Dominio de la Inteligencia Emocional (eBook)

La ira a una edad temprana

Desde una edad muy tierna, las personas experimentan esta emoción fundamental llamada ira y aprenden a expresarla en función de las personas que ven a su alrededor. Los niños pequeños expresarán la ira en función de lo que copien de los adultos y de la recompensa que obtengan por ello. En general, el mundo tiene una relación incómoda con la expresión de la ira, por lo que crecemos pensando que está mal expresar la ira directamente. Nos enseñan que la ira es una emoción peligrosa en todo momento y que no debe tolerarse. En consecuencia, la mayoría de nosotros aprendemos a ignorar/suprimir la ira, a desconfiar del sentimiento, a embotellarlo todo y a utilizarlo sólo de forma muy indirecta. El peligro de ignorar la ira es que sólo se acumula en nuestro interior y estalla en un momento u otro.

Es cierto que la ira puede ser muy destructiva cuando se gestiona mal, pero tiene una lista de ventajas. Cuando se utiliza bien, la ira se convierte en algo más que una fuerza destructiva.

La ira es una parte muy importante de los instintos de autodefensa y autoconservación. Si fuéramos totalmente incapaces de enfadarnos, sería difícil defendernos. La gente nos ofendería una y otra vez y no haríamos nada al respecto. Por eso es muy importante que aprendamos las formas de expresar la ira de forma eficaz. Hay estrategias saludables y socialmente respetuosas que se pueden utilizar para expresar los sentimientos de ira. Es importante expresar estos sentimientos de forma controlada para preservar nuestras relaciones, nuestra salud y nuestra empleabilidad.

La ira a través de las generaciones

La ira puede transmitirse de una persona a otra en una familia. Sin embargo, no hay pruebas sustanciales que demuestren que la ira pueda transmitirse a través de los genes. Sólo se aprende o se adquiere. La gente cree que la ira es genética porque puede recordar a alguien en la línea familiar que era bastante enfadado e irritable, tal vez un padre, un abuelo u otro pariente. La ira es un comportamiento adquirido que se mantiene con la práctica. La única excepción es la ira que se produce debido a otros trastornos y enfermedades mentales.

La familia determina cómo se expresan las emociones, como la alegría, la tristeza, el miedo, la ira, etc. Si el enfado no fue gestionado adecuadamente por los abuelos, lo más probable es que los padres se enfaden y los niños también. Hay que tener en cuenta que no hay un padre de trato. Todas las personas tienen defectos, y los padres también. Hay defectos que sus padres heredan de los suyos, y probablemente usted recogerá algunos de ellos, involuntariamente. La ira se transmite en cierta medida de generación en generación. Depende de usted reconocer los comportamientos que preferiría no transmitir a sus hijos. Abandone los hábitos inútiles e hirientes.

¿Cómo puede proteger a sus hijos para que no hereden problemas de control de la ira y otros hábitos erróneos? En primer lugar, tenga en cuenta el hecho de que es un modelo que seguir. Probablemente sea el primer y principal ejemplo del que sus hijos aprenderán algo, por lo tanto, manténgase alerta. Si puede aprender a romper los malos hábitos de manejo de la ira, entonces puede romper la cadena. Lo esencial es cortar las cadenas erróneas. Piense en lo bonito que sería que su familia pudiera llevar una vida mejor; llena de éxito y tranquilidad.

Cuando los miembros de la familia se enfaden, tómese el tiempo necesario para hablar con ellos de sus sentimientos. Tenga en cuenta que la ira no es el sentimiento principal. Busque signos de depresión, miedo, ansiedad, tristeza u otras emociones de fondo. Cuando los niños manejen positivamente su ira, recompénselos. Si no lo hacen, hable con ellos y, si el problema continúa, busque ayuda profesional. Para ayudar a su familia:

• Busque formas adecuadas de comunicarse con su pareja, hijos y otros familiares; la comunicación asertiva puede ayudar.
• Controle siempre su ira, independientemente de las circunstancias.
• Eduque a sus hijos sobre la ira.
• Discutir los mejores métodos para hacer frente a la ira en la familia.
• Participar en la terapia familiar y formular un plan de gestión de la ira con los miembros.
• Para los miembros de la familia que siguen teniendo problemas, recomiende una terapia individual contra la ira.

Adquisición de estilos de ira

Todo el mundo nace con la emoción de la ira, pero nadie nace con una ira agresiva y crónica. Por lo general, todo el mundo responderá a una situación abusiva o frustrante de la manera que vea más viable, pero se basa en los hábitos que aprendió. Por ejemplo, las personas que crecieron en hogares violentos son más propensas a tener algunas formas inadecuadas de manejar las situaciones frustrantes. Las personas que crecieron en hogares en los que la ira se manejaba adecuadamente tendrán más facilidad para lidiar con los demás.

Los estilos de respuesta agresiva y la ira crónica se aprenden normalmente. Hay varias formas de aprender los estilos de expresión de la ira agresiva. Algunas personas adquieren los hábitos desde la infancia observando el comportamiento de las personas mayores que les rodean. Si los padres y las personas que influyen en ellos están enfadados, son hostiles y amenazan constantemente, los niños adoptarán esos hábitos. Aunque los niños no muestren estos hábitos a una edad temprana, lo más probable es que los apliquen a una edad posterior, una vez que estén cerca de personas a las que puedan intimidar. Notarás que a estos niños les cuesta mantener amigos y relaciones porque intimidan y menosprecian a los demás. Uno de los principales retos a los que se enfrentan las personas que recogieron la ira desde una tierna edad es que pueden no darse cuenta de su problema de ira. Para ellos, la ira es algo normal que vieron mientras crecían.

Las víctimas de la ira tienen un deseo de venganza y de dominio, por lo que sin duda desarrollarán problemas de ira. Si un niño ha pasado mucho tiempo en una situación de maltrato, puede jurar no volver a ser vulnerable y hará cualquier cosa para enfrentarse a las personas que supongan una amenaza. Estos niños empezarán a volverse hostiles hacia los demás basándose en la teoría de que "un buen ataque es la mejor defensa". Esto explica parte del acoso escolar. Por otra parte, las personas heridas o maltratadas pueden sobre generalizar y buscar la venganza contra todo un grupo de personas cuando es sólo una parte de ellas la que les ha hecho daño. Un ejemplo de este tipo de ira es cómo algunas personas tienen prejuicios contra todos los inmigrantes de algunos países que eran enemigos de su país.

Otra forma en la que las personas enfadadas aprenden a ser agresivas y hostiles es obteniendo un premio por ser un matón. Si uno consigue respeto o parece infundir miedo a otras personas por sus acciones agresivas, entonces se motiva para continuar con su despliegue de ira. El comportamiento agresivo continuará si la persona obtiene un aumento de posición y estatus social.

La ira y el género

Durante mucho tiempo se ha dado por sentado que los hombres son más iracundos que las mujeres. Se piensa que la ira es una emoción masculina y que Marte está lleno de hombres malhumorados y enfadados. Se supone que las mujeres son más tranquilas y graciosas; Venus está lleno de amor. En consecuencia, el mundo ha aceptado la ira en los hombres más que en las mujeres. La ira no es propia de las mujeres, pero para los hombres representa poder y dominio. Algunas frases que apoyan la ira masculina son: "Los hombres no lloran", "no seas como una chica", etc. En consecuencia, los hombres aprenden a reprimir sus emociones.

Las investigaciones han revelado que tanto los hombres como las mujeres se enfadan y que no hay diferencia de género a la hora de hacerlo. Las mujeres se enfadan con la misma intensidad y frecuencia que los hombres. Incluso buscan ayuda para controlar la ira tantas veces o incluso más que los hombres. Los investigadores que encontraron diferencias en los niveles de ira también afirman que las mujeres se enfadan más que los hombres hasta cierto punto. Sin embargo, estas investigaciones no están calificadas.

La mayoría de las mujeres han declarado que se enfadan, gritan, se sienten molestas y pierden los nervios. Los hombres, en cambio, declaran que prefieren guardar sus emociones. Se ven obligados a reprimirlas y sólo actuarán cuando se les lleve al límite.

Otras investigaciones han revelado que, aunque no hay diferencias en la frecuencia de la ira en función del género, las mujeres tienden a insistir en el tema que las enfadó durante más tiempo, informan de episodios de ira más intensos y hablan de su ira más abiertamente. La razón de que se insista en el enfado durante más tiempo es la intensidad. Las mujeres tienden a sentir las cosas más profundamente que los hombres, por lo que se extenderán más en el...