Mi vida lejos de mí - Eider Madariaga Marañón, Ainhoa Berganza Larrañaga, Ana Guiu Ribé

Mi vida lejos de mí (eBook)

Ensayo de crecimiento personal
eBook Download: EPUB
2016
256 Seiten
Editorial Alrevés (Verlag)
978-84-15098-92-8 (ISBN)
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Beth no atraviesa por su mejor momento. Con dos hijos pequeños que absorben la mayor parte de su tiempo libre, un marido que vive volcado en su profesión y un trabajo por el que hace tiempo ha perdido la ilusión, se ha abandonado a sí misma, ha dejado de lado a sus viejas amistades, y ya no brilla con la luz de antaño. En busca de su felicidad, un vibrante proceso le retará a vivir una brutal transformación personal y profesional, a reencontrarse consigo misma y a recuperar su yo más genuino y aventurero. ¿Lo logrará?

EIDER MADARIAGA Licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad del País Vasco, ha desarrollado su carrera profesional en el ámbito del periodismo y cuenta con un máster en Dirección de Comunicación y un posgrado de Comunicación Empresarial por la Universitat Pompeu i Fabra. Además de haber trabajado en empresas de Comunicación y en el gabinete de prensa del Ayuntamiento de Bilbao, ha colaborado como articulista en varios medios, entre ellos El País. Actualmente divide su tiempo como responsable de Comunicación de Recursos Humanos de SEAT y como colaboradora freelance en medios de moda. Y es precisamente en su rincón más personal, el blog de moda que tiene en la revista Woman (http://blogs.woman.es/iwishiwerekarl), donde cuenta todo aquello que le inspira. ANA GUIU Y AINHOA BERGANZA Ana Guiu, licenciada en Económicas, y Ainhoa Berganza, licenciada en Psicología, son perfiles complementarios con formación adicional muy alineada, tanto en el ámbito de recursos humanos como en coaching y crecimiento personal. Cuentan ambas con experiencia profesional en el ámbito de la formación en habilidades directivas y el coaching, individual y de equipos, y desarrollan su actividad en empresas y universidades. Han desarrollado su carrera en varias empresas privadas y firmas de consultoría de ámbito nacional e internacional, participando en proyectos de diversa índole: talleres de formación, team building, planes de carrera, Feedback 360º, entre otros, para clientes como ESADE, Roca, Grifols, Universitat Pompeu i Fabra y UB. Si quieres conocer más acerca de ellas, puedes visitar www.inticoaching.com.

7


Empiezo la semana resoplando. Una vez más me encuentro sola al frente de mis dos trabajos, el de madre y el de profesional de Recursos Humanos. Para más inri, Jordi ha viajado a Brasil a un congreso para cirujanos y estará varios días fuera. Mientras su vida parece discurrir entre melodías tropicales, la mía se reduce a meras obligaciones.

Llego veinte minutos tarde al trabajo. Me siento agotada de correr cada mañana. ¿Es esto lo que me espera a diario? La parsimonia de Laia ha puesto mis nervios a prueba una vez más y, a pesar de hacer esfuerzos sobrehumanos para evitarlo, se ha dejado asomar ese Mr. Hyde que habita en mí.

Lo primero que hago al encender el ordenador es comprobar si Carmen me ha enviado feedback del curso de team building que le envié ayer desde casa. Creo que hice un buen trabajo. La tranquilidad que se respiraba en casa me inspiró y pude diseñar un contenido interesante y adaptado a las necesidades de nuestro cliente. La ausencia de mensajes de Carmen en la bandeja de entrada confirma lo que imaginaba: no news, good news. Reviso mi agenda y repaso mentalmente las tareas que tengo que realizar a lo largo del día. Ya puedo apretar si quiero salir a mi hora y recoger a los niños del colegio.

Mientras doy respuesta a los correos electrónicos almacenados en la bandeja de entrada, entra uno nuevo. Carmen Pons. Concepto: «Observaciones y sugerencias para el curso». A medida que leo el correo, constato que mis apreciaciones hacia mi trabajo han sido optimistas en exceso. No me queda otra que reorganizarme y trabajar a la velocidad del rayo. No quiero que Laia y Marc sean el hazmerreír de sus compañeros de clase por tener una madre que siempre llega tarde a buscarlos.

Me lleva más tiempo de lo esperado incorporar al curso los cambios sugeridos por Carmen, ya que la inspiración no fluye de igual manera que ayer. Por fortuna, consigo hacer acopio de la energía necesaria y sobre el mediodía le devuelvo el documento revisado. Me doy por satisfecha con su escueto: «Gracias, esto me gusta más».

La jornada vuela y me veo, para no variar, corriendo de la oficina al aparcamiento, y del aparcamiento al colegio, apurando un cigarrillo que llevo horas esperando fumar.

Los niños han estado insoportables toda la tarde y no consigo dormirlos hasta las diez de la noche. Cuando me dispongo a apagar la luz, Laia me ha lanzado un comentario desde su cama que me ha dejado fuera de juego: «¿Por qué siempre estás enfadada, mami?». Tras unos segundos de silencio solo soy capaz de decir «a dormir», para después pulsar el interruptor y dejar entornada la puerta de la habitación. Desde luego, no ha sido el mejor regalo para mis oídos, pero tal vez tenga razón. No puedo dejar de darle vueltas al asunto. Me preocupa la imagen que estoy proyectando en mis hijos y me quita el sueño el concepto que puedan tener de mí. No soy la misma de hace unos años. ¿Qué ha quedado de aquella Beth adolescente, universitaria, fiestera y amiga de sus amigas? Ni tan siquiera puedo decir que sea una madre feliz ni una profesional entusiasta de su trabajo.

El cuerpo me pide descanso. Me siento en el sofá a comerme la pizza precocinada que he calentado en el horno, tomo un par de sorbos de coca-cola y enciendo la tele. Antes de acabar la cena recibo un mensaje de Jordi en el que me informa de que ha llegado a Río, que hace mucho calor y que las vistas a la playa desde la habitación del hotel son espectaculares. Solo le ha faltado decirme que se tumbará al sol durante algunas horas bebiendo litros de caipiriña y que, tras una de esas fiestas locas que solo se viven en Río, tendrá sexo salvaje con un harén de mulatas de cuerpo escultural.

—Y dime, Beth, ¿qué valor quieres vivir más intensamente en tu vida?

—No sé, Virginia... Todos están muy bajos.

—Vale, entonces ¿qué te dicen estas puntuaciones?

—Que no estoy viviendo el mejor momento de mi vida. Me siento vacía. Es muy complicado. No puedo dedicar tiempo a tantas cosas...

—¿No puedes o no quieres?

Beth suspira y se para a reflexionar.

—La verdad, Virginia, tengo muy poca ayuda de Jordi en casa y todo me lo como yo. Estoy desbordada y, sinceramente, no sé ni por dónde empezar.

—Lo importante, Beth, es que ahora estás aquí conmigo y que quieres que tu vida mejore. Yo estoy aquí para acompañarte en este viaje. Créeme. Será fascinante.

—Suena bien, Virginia, pero tendrás que tener paciencia...

—No te preocupes—responde una sonriente Virginia—. Dime, Beth, ¿cuál es el valor que más querrías vivir de una forma distinta?

—Pues, no sé, todos están superbajos... Pero quizás el bienestar personal.

—¿Qué significa para ti este valor?

—Sentirme bien conmigo misma.

—Y ¿qué sería para ti vivir en un grado mayor este valor en tu vida?

—Imagino que tener espacios para mí. No sé, si tuviese más tiempo sería como conectarme con la Beth de antes, soltera, sin hijos y con tiempo para cuidarse.

—Beth, con lo que me estás diciendo tengo la sensación de que necesitas recuperar una parte olvidada de ti.

—Exacto. Llevo demasiado tiempo dejándome y cuidando a los demás... Necesito mimarme y estar más por mí.

—¿Qué relación hay entre tu reto de ir a la cena de la universidad y tener más espacios en tu vida?

—No sé...—dice Beth, tras un rato pensativa—. Creo que ir a la cena me dará un respiro para estar con viejos amigos, podré revivir momentos únicos y ponerme en la piel de esa Beth que casi tengo olvidada.

—Y ¿cómo era la Beth de antes?

—Atrevida, divertida y llena de vida.

—¿Qué te parece si empiezas por la cena?

—¿Qué quieres decir?

—Que comiences a cuidarte y mimarte para esta cena.

—¿Cómo?

—Eso mismo te pregunto yo a ti. ¿Cómo, Beth?

—Bueno, podría ir a la peluquería y probar con un look más juvenil.

—Genial. Y ¿qué más?

—No sé... Podría irme de tiendas y comprarme algo nuevo.

—¿Qué te parece, entonces, tomarte dos espacios durante los próximos días para prepararte para la cena?

—Suena bien, lo intentaré...

—¿Lo intentarás o lo harás?

—Lo haré—responde tras una breve pausa—. Me costará encontrar tiempo, pero lo haré.

Cuánto echo de menos divertirme. ¿Seré capaz de hacerlo en la cena del jueves? Enciendo el ordenador de inmediato para ver si me han aceptado las solicitudes de amistad que envié el otro día a través de Facebook y compruebo con ilusión ¡que ya tengo diez contactos! Oriol, Pol, Nuria, Esther, Laura... Me emociono al ver que también tengo un mensaje de Ana. «¡Hola, guapa! ¡Qué alegría saber de ti! ¿Te veo el jueves, verdad? ¡Muak!»

«Yo también tengo ganas de veros a todos», pienso para mis adentros, pero de solo pensarlo me pongo como una moto. Después de tanto tiempo, a ver qué les cuento de mi vida.

Vuelvo a sonreír acordándome de aquel grupo en el que la palabra amistad cobraba todo su significado, de las noches de estudio en la biblioteca de la plaza Universitat, de las salidas nocturnas por el barrio Gótico, de los amaneceres con cruasanes en la panadería más madrugadora del Raval, de las resacas compartidas, de las risas infinitas.

Me invade una irrefrenable curiosidad por saber qué ha sido de ellos. Entro en el perfil de algunos y me impresiona el número de contactos que manejan. Doscientos, trescientos, incluso más de quinientos. Madre mía, y yo con diez pelados. Disfruto viendo las imágenes de todos e invadiendo, de forma inocente, su intimidad. Es un shock comprobar cómo aquellos amigos que mi mente había congelado en la veintena, rozan, como yo, los cuarenta. Fotos en familia, con amigos, en viajes... Facebook me resulta un tesoro informativo y doy las gracias al sentir que tengo una parte de mi pasado de vuelta en el camino.

Dejo para el final una exploración pormenorizada del perfil de Mikel. Veo que tiene fotos de cuando tenía quince años. En una de ellas, titulada «Portu Zaharreko Jaiak», «Fiestas del Puerto Viejo», reconozco a algunos de sus amigos que co nocí durante un verano años atrás. Todos lucen el traje típico de arrantzale o pescador, uniforme indispensable para esta cita de diversión desenfrenada y en la que tan bien lo pasé con Mikel y sus amigos. Fue el verano de nuestro tercer año en la universidad. Acabó el curso y nuestro grupo de amigos decidió que ese año tocaba ir a Ibiza para celebrarlo, donde la fiesta estaría garantizada. Yo no tenía dinero suficiente porque quería ahorrar para ir a ver a una amiga que se iba de Erasmus a Holanda. Así que me busqué un trabajo de camarera en Sitges para el mes de julio y decidí que en agosto me haría una ruta a solas por el Pirineo catalán. Un plan ajustado a mis posibilidades económicas que me proporcionaría la desconexión que necesitaba.

Mikel tampoco se unió al viaje. Echaba de menos a su cuadrilla de Algorta y a su familia, así que decidió que ese año se iría a su tierra todo el verano. Y como siempre hacía, nos invitó a todos. A mí me insistió particularmente. Estaba convencido de que no me arrepentiría, que era mucho mejor plan que una ruta con la única compañía de mi mochila por el Pirineo catalán. Razón no le faltaba, y teniendo en...

Erscheint lt. Verlag 6.4.2016
Sprache spanisch
Themenwelt Sachbuch/Ratgeber Gesundheit / Leben / Psychologie Esoterik / Spiritualität
Sachbuch/Ratgeber Gesundheit / Leben / Psychologie Familie / Erziehung
Sachbuch/Ratgeber Gesundheit / Leben / Psychologie Lebensdeutung
Sachbuch/Ratgeber Gesundheit / Leben / Psychologie Lebenshilfe / Lebensführung
Geisteswissenschaften
Schlagworte Ainhoa Berganza Larrañaga • Amistades • Bienestar • Coaching • crecimiento personal • editorial Alrevés ebooks • Ensayo de crecimiento personal • ensayos psicológicos • familias • Literatura española • matrimonios • Mi vida lejos de mí • Psicología • relaciones familiales • sentimientos
ISBN-10 84-15098-92-8 / 8415098928
ISBN-13 978-84-15098-92-8 / 9788415098928
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