La medicina en la Edad Moderna desde el prisma de las Humanidades (eBook)

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2023
402 Seiten
De Gruyter (Verlag)
978-3-11-091507-5 (ISBN)

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La medicina en la Edad Moderna desde el prisma de las Humanidades -
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Rafael Massanet Rodríguez, Universitat de les Illes Balears/Instituto de Estudios Hispánicos en la Modernidad, Palma de Mallorca, España.

Prólogo


Rafael Massanet Rodríguez

En la mitología romana se representaba a Jano, dios de los principios y de los finales, con dos rostros que surgen del mismo cráneo y que miran en direcciones opuestas, con lo que es imposible que sus miradas se crucen. Ciencia y Humanismo siempre han parecido equivaler a esta metáfora bifronte, pues se conciben como conceptos antagónicos, disciplinas enfrentadas, cuando no dejan de ser, en esencia, las dos caras de la misma moneda, que es el ser humano y su entendimiento de la realidad de la que forma parte.

Si atendemos a la definición que da en la actualidad el Diccionario de la Real Academia Española sobre los conceptos de ciencia y humanismo, podemos comprobar que, en su primera acepción, ambos hacen referencia al conocimiento, aunque presentan una clara diferencia1. Si bien la ciencia tiene una aproximación más numérica y exacta, con una evidente sistematización de sus metodologías y un interés por el progreso, el humanismo parece tender más al campo de las letras abstractas y se ancla, sobre todo, en el pasado. No obstante, si nos retrotraemos al siglo XVII, esta diferencia se torna mínima, por no decir inexistente. El concepto ciencia engloba al “conocimiento cierto por alguna cosa por sus causas y principios” (Autoridades) y, bajo este lema, se agrupan saberes o facultades como la teología, filosofía, jurisprudencia, medicina u otras. Ya señalaba Covarrubias en su Tesoro lexicográfico que “muchas otras definiciones dan a la ciencia, aunque por diferentes términos, todas van a dar a un blanco”.

Hoy día, ese blanco se ha diversificado. La ciencia, como se entiende actualmente, parece orientar su mirada hacia el futuro, la innovación y el desarrollo; mientras que hablar de humanismo, por su parte, se percibe como volver la vista al pasado, refugiarse en un conocimiento de antaño, unas obras clásicas con escasa aplicación a los problemas de nuestro día a día. Esta separación de las disciplinas se debe, sin duda, a la categorización de los conocimientos, según el campo de estudio en el que se desarrollen. Así, encontramos las ciencias puras, las exactas, las naturales, las sociales y, por supuesto, las humanas. Departamentos estancos, separados, entre los que su interrelación y transversalidad parece no darse. Esto ha llevado a que, en la actualidad, el concepto de científico humanista parezca, a ojos de la sociedad, una incongruencia y que se confunda humanismo con humanitarista2, pues un médico, por poner un ejemplo, no necesita conocer a los grandes clásicos de la literatura universal para llevar a cabo su trabajo. ¿Para qué le servirá la historia de los pueblos a la hora de recetar un analgésico? Garcilaso de la Vega parece no esconder entre sus versos tratamientos eficaces para tratar los virus más contagiosos. ¿Qué utilidad tienen el latín o el griego, si el inglés es la lengua de la ciencia y el progreso?

María Moliner define las humanidades como el conjunto de “conocimientos o estudios que enriquecen el espíritu, pero no son de aplicación práctica inmediata, como las lenguas clásicas, la historia o la filosofía” (Diccionario del uso del español). Con esta explicación parece darse por sentado que estos saberes no tienen una aplicación práctica real en los problemas contemporáneos.

Bene dignoscitur, bene curatur, reza un dicho latino: ‘una enfermedad bien diagnosticada ya está medio curada’. Para que este buen diagnóstico pueda llevarse a cabo, el personal médico debe estar formado no únicamente en su disciplina, sino también en toda aquella rama del saber que conforma al individuo, su paciente en primera y última instancia. “Tratemos, no todas las enfermedades, sino al hombre enfermo”, dice el aforismo hipocrático. Y las humanidades, precisamente, contribuyen a ello. En las letras se pueden encontrar curas, consuelo en la historia, remedios en las lenguas clásicas y diagnósticos en el arte. El humanista no desarrolla su labor para un ser inmaterial y atemporal, sino para el ser humano, en todas sus facetas.

Recientemente, la sociedad se encontró en la difícil situación de tener que enfrentarse a una pandemia vírica que dio un vuelco a una realidad que pensábamos que era estable, pese a estar continuamente revuelta a causa de guerras, crisis económicas y disputas políticas. Inconvenientes que, por su presencia constante, por desgracia los teníamos, y tenemos, asimilados como normales. En poco más de unas semanas se puso fin a las rutinas diarias y nos enfrentamos a un confinamiento que, si bien se pensaba que sería por poco tiempo, fue alargándose progresivamente con cada nueva noticia funesta. No se trataba de un fenómeno localizado puntual o regional, ni siquiera nacional; era una epidemia global. Durante los largos días, semanas y meses fuimos conscientes de la difícil situación y de los esfuerzos por parte del personal médico por enfrentarse a una oscura labor que, en ocasiones, parecía ser terminal, pese a las reticencias de algunos incrédulos que se esforzaban en negar lo evidente.

En esos tiempos oscuros, en los que la medicina parecía ser la única respuesta y salvación, los humanistas, aquellos que nos dedicamos a analizar textos, indagar en archivos, estudiar el pensamiento o sumergirnos en las lenguas clásicas, entre otras actividades, nos preguntábamos qué podíamos hacer. Nuestra labor se había visto interrumpida. Las bibliotecas y archivos cerraron y no era posible consultar ciertos textos, manuscritos o legajos, indispensables para muchas de las investigaciones que estábamos desarrollando. El aislamiento cayó como una pesada losa sobre un trabajo ya de por sí solitario, lo que afectó seriamente a la salud mental de muchos de nosotros. En este ambiente catastrofista no pudimos sino preguntarnos cuál era nuestro propósito en una sociedad en la que las letras parecían haber caído hasta el último lugar en las prioridades del ser humano.

No tardamos mucho en llegar a la conclusión de que debíamos hacer, precisamente, lo que llevábamos haciendo hasta ahora: buscar respuestas, echar la vista atrás y ver que esta pandemia no había sido, ni será, la única a la que tendremos que enfrentarnos. Nuestro trabajo nos lleva a recorrer las vidas y palabras de aquellos que nos precedieron y cuyas enseñanzas, en demasiadas ocasiones, olvidamos y rechazamos.

De este modo, retomamos aquello que tuvimos que dejar pausado. A medida que la situación mejoró pudimos volver a salir de nuestras casas, cuartos y despachos para retomar las rutinas de antaño. Pero ahora con un nuevo propósito: evidenciar nuestro papel en la nueva realidad a la que nos enfrentábamos y demostrar que nuestras investigaciones no se limitaban al pasado, sino que podían ayudar a comprender y enfrentarse a las problemáticas actuales.

El libro, lector, que tienes en las manos obedece, precisamente, a este propósito: reunir en un volumen a un equipo de reputados investigadores y profesores para ofrecer una visión transversal de la Medicina a través de las Humanidades a lo largo de la Edad Moderna. La elección de este eje cronológico no es casual, pues corresponde al periodo en el que el progreso y el pasado convergen, dando como resultado grandes cambios sociales, culturales, políticos y económicos. Los dos mundos, el Viejo y el Nuevo, se vinculan en lo que supuso una completa revolución y el inicio de la globalización. El hombre se sitúa como el centro en su relación con el mundo, y, en base a ello, desarrollará nuevos pensamientos y enfoques en los campos de las artes, la política, la filosofía y las ciencias. Una nueva etapa para ver del mundo desde otra perspectiva.

La primera contribución que encontramos, a cargo de Alejandro Jaquero Esparcia, analiza un conjunto de imágenes devocionales destinadas a la sanación, corporal y espiritual, de la población de la provincia de Albacete. Milagros León, por su parte, centra su propuesta en repasar las composiciones pictóricas más significativas inspiradas en las pandemias de peste bubónica europeas. Jacobo Hernando Morejón, en cambio, analiza cómo la historieta histórica sobre la Edad Moderna aborda la representación de los síntomas y secuelas de la enfermedad. Stephanie Béreiziat-Lang emplea la noción de biopolítica establecida por Foucault para evidenciar como los misioneros promulgaron un cambio de paradigma a través de un gobierno que pretende administrar la vida y evitar la muerte. Gloria Cristina Flores da a conocer los diferentes aspectos del legado medieval en el Perú de los Austrias y como las obras religiosas, académicas y científicas ofrecen un interés para el conocimiento de temas como salud, enfermedad y muerte. La arquitectura es también un importante factor a la hora de tener en cuenta la salud, tal y como evidencia el trabajo de Eduardo Azorín García, en el que aborda la reglamentación edificatoria de La Habana a finales del siglo XVIII. Eva M. Pérez Rodríguez nos traslada a las calles de Londres para dar cuenta de las consecuencias de la pandemia de peste bubónica descrita por Defoe en su novela Diario del Año de la Peste. José Manuel Correoso nos presenta otra obra de la literatura inglesa, en este caso concerniente al ámbito colonial norteamericano del siglo XVII, The Angel of Bethesda, de...

Erscheint lt. Verlag 21.8.2023
Zusatzinfo 3 b/w and 12 col. ill.
Sprache spanisch
Themenwelt Geisteswissenschaften Sprach- / Literaturwissenschaft Literaturwissenschaft
Geisteswissenschaften Sprach- / Literaturwissenschaft Romanistik
Technik
Schlagworte Geisteswissenschaften • Humanities • Medicine • Medizingeschichte • Moderne • Modern times
ISBN-10 3-11-091507-3 / 3110915073
ISBN-13 978-3-11-091507-5 / 9783110915075
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Größe: 5,2 MB

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