Bravo por tu casa (eBook)

¿Has tenido un hijo y necesitas un espacio nuevo del que no dispones para que juegue? ¿Te has hecho mayor y la bañera te es incómoda? ¿Se te queda demasiado pequeña la habitación? ¡Vas a tener que (re)distribuir! «¿¿Qué??», te preguntas. ¡No te asustes! Por redistribuir entendemos cambiar de ubicación el mobiliario existente o modificar la situación de las paredes en una vivienda en la que ya estamos, distribuyendo los elementos de forma diferente a como estaban previamente y dándole a cada elemento el destino conveniente.

Necesitamos redistribuir o distribuir de forma diferente un espacio cuando deseamos ganar en calidad de vida en relación con nuestra casa, convirtiéndola mucho más cómoda y ágil en su uso diario. En la mayoría de los casos implica hacer una obra, y ésta puede significar una gran reforma de larga duración, en la que intervendrán los diferentes gremios de operarios, pero también puede ser una pequeña intervención que implique poco tiempo de obra con sólo algunos de ellos.

Vivimos nuestra casa de una manera u otra según cada momento de nuestras vidas. Una vivienda puede estar habitada por la misma persona durante años, pero ésta puede tener diferentes necesidades según vaya evolucionando, ya sea por cambio de edad, por cantidad de personas que comparten la misma casa o por cambio de función, preferencias y/o estilo de vida. ¿No te habías dado cuenta? ¡Claro que sí! Una vivienda siempre debe responder a las necesidades que tengamos, dependiendo de la relación deseada con el espacio.

¿Y cómo saber que ha llegado el momento de redistribuir? Exactamente cuando en su uso diario y cotidiano el espacio no responde del todo a nuestras necesidades actuales. En la mayoría de ocasiones, se trata sólo de replantear una función existente, aumentando o disminuyendo su porcentaje de ocupación, añadiendo alguna nueva o eliminando alguna función ya innecesaria.

Llegados a este punto, ¿qué hacemos? ¿Cómo empezamos? En primer lugar, deberemos estudiar las funciones actuales en relación con los ocupantes del espacio. Te recomendamos que lo analices con calma, de forma objetiva y crítica, teniendo en cuenta tanto función como decoración.

Y, por cierto, no deseches nada sin haberlo pensado dos veces. Todo lo que tengas en buen estado, ya sea mobiliario, iluminación o textil, tal vez puedas seguir utilizándolo. ¡Te asombrará descubrir cómo cambia un mismo objeto en un nuevo lugar! Puede, incluso, adquirir protagonismo y ser «visible», formal y funcionalmente. Así, ¡lo usarás muchas más veces!

Seguidamente, veremos, a través de tres ejemplos completamente diferentes, el procedimiento y la diferencia entre redistribución y distribución.

Redistribución de espacios

Vamos a estudiar un ejemplo real: el área de una vivienda formada por un pasillo-distribuidor, baño, habitación individual y habitación de matrimonio:

Planta actual

Al adquirir la vivienda, los ocupantes estaban conformes y cómodos con su uso, pero al pasar el tiempo vieron que sus necesidades habían cambiado:

• La habitación individual quedó en desuso y se convirtió en una estancia desaprovechada. En realidad, quedó como un trastero donde las cosas se iban acumulando sin estar en el lugar adecuado, sobre todo la ropa y los libros.
• La habitación de matrimonio acabó siendo muy justa para su uso cotidiano, ya que el armario era insuficiente para guardar toda la ropa y calzado.
• La bañera del baño principal quedó obsoleta, debido a que no la podían usar por un problema físico.
• El bidé estaba, por decirlo de algún modo, sin estrenar.
• El mueble del lavamanos tenía una capacidad de almacenaje muy pequeña.
• La iluminación de las estancias era escasa.
• Faltaban tomas de corriente. De hecho, sólo podían suplir la carencia con regletas; sin ellas, no se podían alimentar todos los elementos electrónicos.
• El pavimento era de terrazo, de aspecto multicolor en gama de marrones y frío al tacto, y ya no les gustaba.
• Las ventanas eran de madera pintada, y el cristal, muy fino y simple, actuaba como un transmisor acústico y térmico.
• No había instalación de aire acondicionado, por lo que hacía mucho calor durante los meses de verano.
• Las puertas de paso eran sencillas, muy ligeras en peso y con manetas anticuadas.
• La mayoría del mobiliario era de melamina, imitando una madera clara, con una imagen muy sencilla. Los cantos ya estaban levantados y se veía el interior de aglomerado.
• Las puertas de los armarios estaban descolgadas por el uso.
• Las paredes se mostraban un tanto grises después de los años debido a la contaminación, la calefacción, el tabaco... ¡además de tener ya de por sí un color tristón y anticuado!
• Las cortinas eran demasiado finas, con lo que no tenían demasiada intimidad.
• La colcha y los cojines sobre la cama estaban descoordinados entre sí en medidas y colores. Simplemente, los habían ido añadiendo con el tiempo sin tener en cuenta los ya existentes.
• Los cuadros estaban colocados desordenadamente, sin tener relación con la composición del lugar. Además, los marcos eran muy antiguos y alguno de ellos destacaba demasiado en relación con la propia pintura del cuadro.

Una vez detectados todos estos problemas, para seguir adelante deberemos estudiar la vivienda estructural y técnicamente, es decir, necesitaremos saber cuál es su estructura, cómo está construida –para saber si podemos eliminar o redistribuir una pared, abrir un nuevo hueco, etc.–, cuál es el sistema de calefacción de la vivienda, dónde están ubicados los radiadores y, por ende, cuál es el recorrido de los tubos correspondientes, y, claro está, también conocer todos los puntos actuales de electricidad: interruptores, enchufes y puntos de luz en techo y paredes.

En este momento ya sabemos qué elementos de los que teníamos nos molestan o no nos gustan y, ahora vamos a decidir qué elementos vamos a poder aprovechar y reubicar y, por tanto, qué objetos nuevos vamos a necesitar... Así que lo mejor es ponerlo por escrito, para no olvidarnos de nada. Te recomendamos que hagas una lista de, al menos, todo lo imprescindible. ¡Relájate! No sientas pánico ante la hoja en blanco y tómatelo con calma: escribe, poco a poco, todo lo que realmente necesitas y deseas. ¡¡Pero ahora no lo dibujes!! Sólo escribe: eso te ayudará a pensar en todo, no sólo en lo que quieres, sino también en tus funciones necesarias y en su importancia... y de este modo será más fácil ubicarlas después y valorar la ocupación que le darás.

¿No te cabe ese mueble? ¿Ese otro es demasiado caro? ¡Que no! Existe el elemento perfecto para todo el mundo. El mercado está lleno de oportunidades. Si bien muchas veces pensamos –erróneamente– que el disfrute de ciertas comodidades están sólo dirigidas a personas privilegiadas y a casas muy grandes..., en realidad, si dedicamos un cierto tiempo a reflexionar sobre qué necesitamos y cómo lo (re)distribuimos, nos daremos cuenta de que nosotros somos también parte de esas personas cargadas de privilegios. ¡Y lo somos en verdad!

Es el momento de volver a nuestra casa de ejemplo. ¿Le has dado un par de vueltas a lo que, si fuera tu casa, necesitarías? Confeccionemos un listado con todo ello y añadamos para qué lo usaríamos:

• Un vestidor:
  • zona para ropa (doblada y colgada);
  • zona para zapatos;
  • zona para bolsos;
  • zona para bisutería;
  • zona para ropa blanca.
• Espejo grande de cuerpo entero.
• Una ducha.
• Una librería, en la que pondremos los libros, fotos y objetos de decoración que hemos ido acumulando en viajes.
• Una televisión que se pueda ver cómodamente desde la cama.
• Aire acondicionado.
• Menos radiadores, pues es una casa cálida durante los meses de frío.
• Bastantes más tomas de enchufe de los existentes: tenemos lámparas, un despertador, televisión y DVD, el móvil...
• Un nuevo pavimento, más cálido visualmente y al tacto.
• Una alfombra grande, agradable al tacto.
• Ventanas nuevas, bien estancas y con cámara de vidrio, que puedan actuar como aislante térmico y acústico.
• Unas cortinas nuevas que nos den privacidad y sean elegantes
• Pintar las paredes con un color diferente, moderno, cálido y atrevido, con personalidad.
• Colcha y cojines funcionales y decorativos, que además combinen en textura y color con las cortinas, la alfombra y el color de pared.
• Cambio general en la iluminación, directa e indirecta, o sea, ambiental y focal (funcional).

¡Fantástico! ¡Va ser una casa totalmente nueva! ¡Tu vida va a cambiar! Pero aún queda algo de trabajo... y hay que ser especialmente cuidadoso. Para tenerlo todo bajo control, te recomendamos que, llegados a este punto, y teniendo en cuenta lo tenemos y lo que necesitamos, dibujes las diferentes opciones de distribución en planta de la zona que vas a reformar. Cuando las tengas delante, comparándolas, enseguida sabrás cuál es la más conveniente para ti.

Planta de redistribución:

Finalmente, tras varias pruebas, optamos por transformar la zona en una suite con vestidor, de tal manera que la habitación de matrimonio ganara en espacio, empezando en mitad...