Memorias geográficas sobre Sudamérica (eBook)

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2010 | 1. Auflage
226 Seiten
Linkgua (Verlag)
978-84-9953-340-7 (ISBN)

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Memorias geográficas sobre Sudamérica -  Varios Autores
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Memorias geográficas sobre Sudamérica es una compilación de textos de varios autores, todos ellos aportando sus únicos puntos de vista y análisis geográficos sobre esta región. Veamos una breve descripción de cada uno de los autores mencionados: José Sourryere de Souillac: Oficial francés que sirvió en el Ejército español durante la época colonial y que fue nombrado Gobernador de Paraguay en 1779. Escribió sobre la geografía y los pueblos de Sudamérica. Pedro de Angelis: Escritor, historiador, periodista, traductor, y diplomático italiano que vivió en Buenos Aires durante la época colonial. Recopiló una gran cantidad de documentos sobre la historia argentina. Francisco de Viedma: Marino y explorador español que jugó un papel importante en la colonización de la Patagonia en Argentina y la fundación de la ciudad de Viedma. Gonzalo de Doblas: Gobernador de la Provincia de Chiloé en Chile durante la colonización española, Doblas escribió extensamente sobre la geografía y las costumbres de la región. Pedro Andrés García: Fue un militar, geógrafo y botánico hispano-argentino que hizo importantes contribuciones a la exploración y documentación de Sudamérica. Sebastián Undiano y Gastelu: Aunque hay poca información disponible, parece que fue un importante funcionario colonial español en América del Sur. Ambrosio Cramer: Militar, cartógrafo y geógrafo español. Fue uno de los primeros europeos en hacer un mapeo detallado de la región sudamericana. Cada uno de estos autores, con sus propias experiencias y perspectivas, aportó al entendimiento de la geografía sudamericana durante el período colonial.

Autores varios

Autores varios

MEMORIA DIRIGIDA AL SEÑOR MÁRQUEZ DE LORETO, VIRREY Y CAPITÁN GENERAL DE LAS PROVINCIAS DEL RÍO DE LA PLATA, SOBRE LOS OBSTÁCULOS QUE HAN ENCONTRADO, Y LAS VENTAJAS QUE PROMETEN LOS ESTABLECIMIENTOS PROYECTADOS EN LA COSTA PATAGÓNICA FRANCISCO DE VIEDMA, GOBERNADOR E INTENDENTE DE LAS PROVINCIAS DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA Y COCHABAMBA, Y COMISARIO SUPERINTENDENTE QUE FUE DE DICHOS ESTABLECIMIENTOS


Discurso preliminar a la memoria de Viedma sobre Patagonia


Si todos los empleados que enviaba España a América hubiesen sido como el autor de la presente Memoria, hubieran progresado las colonias, y tal vez no hubiera sido tan general y vehemente el deseo de sustraerse de la dominación de la metrópoli. Miembro de una de las principales familias de Andalucía, y regidor o Veinticuatro del ayuntamiento de Jaén, su patria, don Francisco de Viedma disfrutaba en España de una consideración merecida.

El interés con que la Corte de Madrid empezaba a mirar sus establecimientos ultramarinos, y la actividad del ministro Gálvez, que presidía entonces el Consejo de Indias, iban cortando los abusos que se habían introducido en tan vasta y complicada máquina. El buen éxito que tuvo en México el plan de colonización de Sonora, inspiró a su autor el deseo de extenderlo a otras provincias, y Viedma fue encargado de plantificarlo en Patagonia.

Las circunstancias que acompañaron este nombramiento merecen ser referidas. Se excusaba Viedma por las muchas atenciones de familia, y por su ninguna aptitud para esta clase de empleos. Insistía el ministro, y volvía a excusarse el candidato. Por fin cansado Gálvez de la resistencia que encontraba en su protegido, mudó de conversación, y le preguntó en qué estado había dejado sus haciendas. Viedma, que ponía todo su orgullo en pasar por el primer agricultor de Andalucía, le contestó, que a fuerza de cuidados y trabajos había logrado llevarlas a un estado de prosperidad extraordinaria... «Esto es precisamente lo que quiere el rey que V. haga en Patagonia», le dijo el ministro, devolviéndole su renuncia.

Por primera vez esta porción considerable del antiguo virreinato de Buenos Aires contaba con el celo de un hábil administrador. Sus habitantes, desaten

didos y entregados a sus propios recursos, no habían dado hasta entonces un paso fuera de la senda oscura y degradante de la vida salvaje. Las tentativas hechas por los Misioneros no solo habían sido limitadas, sino efímeras, y hasta el recuerdo de sus trabajos evangélicos se había borrado en aquellas regiones. La dificultad de sojuzgar los indígenas, y la ninguna utilidad que prometía una inmensa extensión de tierras incultas, despobladas y, según decían, estériles, las habían sustraído de la acción gubernativa de estas provincias. Los virreyes, satisfechos con tener en su dependencia a las fértiles campañas del Paraguay, y a los ricos valles del Perú, apartaban la vista de la parte meridional de su jurisdicción, que miraban como la Siberia de América. Este abandono, o mejor diremos desprecio, duró hasta que Viedma fue instalado en su cargo de Super-intendente de los establecimientos patagónicos. Desde entonces todo fue vida y actividad; y aunque tuviese el dolor de ver malogrado sus esfuerzos, no por esto renunció a la esperanza de hacer valer su experiencia para que se acogiesen sus indicaciones.

Entre los arbitrios que propone, y que nos han parecido oportunos y practicables, hay uno que debe llamar la atención del Gobierno, porque puede contribuir a aumentar los recursos del erario. Inculca Viedma en que se imite el ejemplo de la Corona de Portugal, que concedía licencias temporáneos a compañías establecidas, para ocuparse en la pesca de ballenas y lobos en la isla de Santa Catalina. El producto de este ramo debería ser de alguna importancia, si se calcula la extensión que tienen nuestras costas, y la prodigiosa abundancia de estos cetáceos.

También pondera la utilidad de ocupar la isla de Choelechel; y a este propósito no podemos dispensarnos de transcribir un trozo de su Memoria, para que se admire su previsión. «Tomando el sitio de Choelechel, ya aseguramos el pasaje para los indios de aquellas naciones (Peguenches y Araucanos) que son numerosísimos: le quitamos estos enemigos a los campos y fronteras de Buenos Aires; y vamos preparando la internación y demás importantes proyectos, que puede atraernos el Río Negro por la parte de Valdivia.» Estos sabios pensamientos fueron desatendidos, y solo al cabo de un medio siglo, el señor general Rosas ha tenido la gloria de realizarlos.

Promovido al gobierno de las importantes provincias de Cochabamba y Santa Cruz de la Sierra, él que esto escribía tuvo por sucesor en la superintendencia de Patagonia a su hermano don Antonio, que lo imitó en el vivo interés con que miró la prosperidad de aquellos establecimientos.

Viedma siguió administrando su nuevo departamento, y murió en Cochabamba en 1809, dejando sus bienes a una casa de hospicio para la educación de niños pobres, y fundando otra de huérfanas. Estos fueron sus servicios, toca a los Americanos a venerar su memoria.

El original de esta memoria se conserva en el archivo privado del señor doctor y Canónigo don Saturnino Segurola, que ha tenido la generosidad de franquearlo para su publicación.

Buenos Aires, 30 de enero de 1836.

Pedro de Angelis

Memoria


Dirigida al señor Márquez de Loreto, &a.

Excelentísimo señor:

El mucho amor con que he mirado los establecimientos patagónicos por el conocimiento que iba tomando de las ventajas que podían producir al Estado, me empañaba cada día más y más a sostenerlos y fomentarlos: pero ni mis constantes esfuerzos, ni las repetidas representaciones con que hacia ver su importancia por los descubrimientos y experiencias de la producción de sus terrenos, fueron capaces a contrarrestar el espíritu de oposición que les perseguía; y al fin triunfó esta, dejándolos reducidos al extremo que hoy se mira. No obstante, espero ha de ser la raíz que llegue a fomentar lo mucho que hemos perdido en su abandono; y a dar una verdadera luz y conocimiento de sus grandes ventajas por medio de las elevadas prendas que adornan a V. E., capaces solamente a restaurar unos establecimientos que pueden servir de muro incontrastable a los enemigos de la Corona, de seguridad a esta capital, de fomento a su comercio; y lo que es más, de medios para propagar nuestra Santa Religión, de extender el beneficio de la Redención a una prodigiosa multitud de idólatras, que la experiencia me ha hecho conocer son dóciles, y de quien sin temeridad se puede prometer una abundante mies a los obreros evangélicos.

Alienta más mi confianza el ver, que luego que tuve el honor de enterar a V. E. muy por encima de los acaecimientos de dichas poblaciones, sus proporciones y utilidades, le merecí grato oído, le encontré muy adicto y deseoso de enterarse radicalmente de todo ello; y como es un asunto tan vasto, que ni puede fiarse a informes verbales, ni retenerse estas noticias para un perfecto conocimiento, me mandó V. E. lo hiciese por escrito, en obsequio de tan superior precepto, en desahogo de mi amor al servicio del rey, y en bien común de estas provincias, me atrevo, con la confianza que dicta la verdad y la buena causa, a proponer a V. E., que los empeños que en todos tiempos ha tenido nuestra Corte en fijar poblaciones en la referida costa, han nacido de la ilustración que se tenía de las ventajas que había de traer al Estado y a la Religión; sin que deba mudarse de concepto, porque no haya correspondido el éxito a lo feliz del proyecto.

Que a pesar de la emulación con que se ha mirado siempre, será útil, como lo es en el día la subsistencia y fomento del que ha quedado en el Río Negro, por las prosperidades que atrae y se harán ver; proponiendo igualmente los medios y modos de fomentarlo sin dispendio del erario. Tres partes forman el plan de esta memoria. ¡Ojalá que yo acierte a desempeñarla según mis deseos, y como merece la importancia del asunto!

Parte primera


Desde que logró la España unir a sus dominios el vasto, fértil y riquísimo reino del Perú, siempre ha sido el objeto del infatigable celo de los reyes y sus ministros, el conservar inviolados sus fieles vasallos, y mejorar la disposición de las almas idólatras, para atraerlas a nuestra sagrada Religión. Al logro de estas importantes y benéficas ideas, con orden y permiso del Gobierno, se han hecho diferentes expediciones a descubrir las islas, costas y puertos de la mar del sur y tierras australes. Tales fueron las de Pedro Sarmiento de Gamboa en el ano de 1579, desde la ciudad o puerto de Lima, en la navegación que hizo por la mar del sur a la del norte, descubriendo las islas que componen el archipiélago de Chonos, el estrecho de Magallanes por donde cruzó, con los puertos, bahías, ensenadas, bajos, arrecifes y cuantas circunstancias ofrecen: por cuyos planos, relaciones, diarios y seguras noticias de haber pasado el Estrecho el corsario ingles, llamado Francisco Drake, se determinó la segunda que se aprestó en España el año de 1580, de veinte y tres bajeles al mando de Diego Flores de Valdés, con destino de transportar tropas al reino de Chile, para el socorro de las guerras que había en él, y dejar en el estrecho de Magallanes la gente que iba a poblar bajo la dirección y mando de Sarmiento, la cual se hizo a la vela el siguiente de 1581, del puerto de Sanlúcar. Y habiendo sufrido muchas pérdidas, atrasos y arribadas, por los grandes temporales y otras contrariedades, al fin desde el río Janeiro resolvió el comandante, con acuerdo de los demás oficiales,...

Erscheint lt. Verlag 31.8.2010
Reihe/Serie Historia
Mitarbeit Cover Design: Prilidiano Pueyrredón
Vorwort Pedro De Angelis
Verlagsort Barcelona
Sprache spanisch
Themenwelt Literatur Romane / Erzählungen
Reisen Reiseführer Südamerika
Schlagworte Historia • linkgua • viajes
ISBN-10 84-9953-340-X / 849953340X
ISBN-13 978-84-9953-340-7 / 9788499533407
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