El estudio
Probablemente, muchos de los que lean este libro contestarán: «nadie, lo he hecho a mi modo». Algunos incluso añadirán: «y me ha funcionado». Las preguntas serían a costa de qué y si nos ha resultado rentable.
En este pequeño capítulo pretendemos sentar algunas bases para un estudio más racional y provechoso, sobre todo cuando se trata del estudio en adultos y para un examen tan peculiar como son unas oposiciones.
Queremos darle unos cuantos consejos que le faciliten un estudio activo y, en consecuencia, más eficaz, durante el cual se rentabilicen el tiempo y el esfuerzo en busca de resultados óptimos.
En este sentido, sería muy útil:
– Aprender a aprender (técnicas de estudio).
– Organizarse (priorizar temas y planificarlos).
– Mantener hábitos de estudio.
– Realizar esquemas de todos los temas.
– Repasar (cada día, cada semana o cada mes).
– Entrenarse con exámenes simulados.
– Hacerse con exámenes de otras convocatorias.
– Reunirse con compañeros para intercambiar esquemas y contrastar dificultades.
– Pedir orientación a profesores.
– Motivarse y ser positivos.
Nos parece muy importante que este último aspecto se medite un poco más y, para ayudarle, le proponemos que lo haga sobre la base de las siguientes actitudes:
– Ser optimista y positivo.
– Merece la pena intentarlo.
– Visualizar el éxito.
– Constancia.
– Dosificar el esfuerzo.
– No es una pérdida de tiempo.
– Es importante, pero no es «vital».
– No te agobies.
– Planifícate.
– No te aísles.
– Pide apoyo y asesoramiento.
Aprobar el examen dependerá:
– De su esfuerzo personal.
– Del entrenamiento.
– De cómo se organice.
– Del asesoramiento adecuado.
– De su actitud positiva.
– Del método adecuado de estudio.
– De la constancia.
– Del control personal de la ansiedad.
También ayuda bastante crear las condiciones adecuadas para el estudio e intentar afrontar los problemas que puedan aparecer.
Los problemas más frecuentes a la hora de estudiar son:
– Un entorno inadecuado, con constantes vías y llamadas de atención a otras actividades más entretenidas.
– Miedo a que el esfuerzo realizado no tenga los resultados esperados.
– Sentirse «perdidos(as)».
– En un momento de agobio y ansiedad, el estudiante no ve la utilidad de los estudios y prefiere rendirse a intentarlo.
– Falta de tiempo (sobre todo, por responsabilidades laborales/familiares).
– Las materias difíciles o de aprobado complicado suelen convertirse en una fuente de presión y, sobre todo, de desidia, es decir, aparece la pereza, el aburrimiento, la falta de ganas y de abandono de nuestra planificación inicial.
– Otras preocupaciones, por ejemplo, de tipo laboral, emocional, familiar, etc.
Estos puntos tienen una base común, extensible e inherente a toda la comunidad humana: el miedo al fracaso. Sin embargo, en nuestro caso, ese fenómeno no ocurre porque ¿quién dijo miedo? Nosotros, desde luego no. Tenemos un objetivo y un plan para ello.
H. Maddox nos propone tres reglas que deben seguirse por si la flaqueza nos invade:
– ¡Que la fuerza te acompañe! La fuerza y la determinación para emprender el hábito de estudio y la cotidianidad en esta tarea son clave. En este sentido, preferimos un estudio a pequeños sorbos que el atragantamiento y empacho de «maratones».
– No haga excepciones en su planificación diaria de estudio hasta que el hábito esté arraigado y esté completamente seguro(a) de que no se convertirá en una costumbre que nos aleje de nuestro objetivo.
– Busque aliados. Esto es importante si sus amigos y familia le ayudan y son conscientes de sus horarios. Le ayudará bastante. Negocie con la familia tiempo, espacios y tranquilidad.
Una vez que nos hayamos decidido a estudiar, le propongo que utilice un método de estudio eficaz que le ayude a concentrarse y a «rentabilizar» el tiempo que emplee. Nosotros recomendamos, en contraposición al «clásico estudio pasivo» (hincar los codos intentando memorizar los contenidos), un método que, sin duda, nos resultará más útil: El método estudio activo.
Hay muchas variantes de este tipo de estudio, pero nosotros vamos a proponerle el método activo PASE.
Método PASE
P de Prelectura: consiste en realizar una lectura rápida y de familiarización de sus apuntes o material base de estudio. En esta primera lectura deberá subrayar o buscar en un diccionario las palabras que no entienda o no conozca. Es útil leer títulos y subtítulos.
A de Anotaciones marginales: es la primera lectura completa del tema. Al llevar a cabo esa lectura comprensiva, podemos escribir las cosas o ideas globales más significativas en los márgenes. Hay que leer los párrafos con detenimiento y, al acabar de hacerlo, preguntarse: ¿de qué trata este párrafo? La respuesta se anota al margen. Hay que escribir términos concretos y cortos (p. ej., definición, modelos, cuidados, etc.).
S de Subrayado: esta etapa facilita la concentración y la comprensión de lo estudiado, además de ayudar a confeccionar los esquemas. Para esta tarea es importante tener dos colores: uno para las ideas principales y otro para las secundarias. Por supuesto, no sirve subrayarlo todo, sino sólo las ideas principales y las palabras o frases cortas y «clave» que sean específicas de esa materia (no hay que subrayar más de una cuarta parte del texto). Además, lo subrayado debe tener sentido por sí mismo. Se subraya la respuesta a las notas marginales.
E de Esquema: una vez que se han llevado a cabo los pasos anteriores, realizamos una estructura de nuestro tema, de tal modo que con un sólo vistazo podamos ver el tema completo. Debe darnos una sensación global, pero completa del tema. Se realiza utilizando las notas marginales como estructura y lo subrayado como complemento.
Como orientación, un esquema debe tener una extensión aproximada del 10% del tema.
Recomendamos que estos esquemas se realicen en hojas (DIN-A4 o fichas grandes) y se guarden en cuadernos de anillas para su fácil manejo.
Otras ideas para el estudio activo consisten en:
– Confeccionar un resumen: consiste en redactar, según el esquema, el contenido de cada parte.
– Repasar: hay que fijar los conocimientos asimilados en las fases anteriores. La forma ideal de repaso sería:
• Empezar cada día la sesión repasando el esquema de la sesión anterior.
• Los sábados habría que repasar los esquemas de toda la semana.
• Un sábado al mes deberían repasarse los esquemas difíciles, prioritarios, etc.
No obstante, hay otros muchos métodos de estudio activo, como el método Robinson, que es una de las técnicas de estudio de las universidades norteamericanas más tradicionales y cuya finalidad es facilitar la comprensión de los contenidos que se están estudiando.
El método Robinson emplea las siglas EPL2R que recogen las cinco fases de este proceso...
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