La Sombra Cautiva de Americo Prakak -  Cliff Maksushimat

La Sombra Cautiva de Americo Prakak (eBook)

eBook Download: EPUB
2020 | 1. Auflage
306 Seiten
Bookbaby (Verlag)
978-1-0983-4487-0 (ISBN)
Systemvoraussetzungen
11,89 inkl. MwSt
  • Download sofort lieferbar
  • Zahlungsarten anzeigen
This book is psychological fiction describing how childhood experiences impact relationships in the adult life. This story takes place in two different eras interspersed across time. Growing up, Americo and his friend confront bullying, poverty and sexual exploration. In later years, they reconnect after a long hiatus, where they face distinct challenges deriving from the aftermath of those psychological sequelae. In this particular time,their family, friends, and casual acquaintances suffer from their anxiety and harassment, taking everything to a breaking point.
The narrative of this book begins where the main characters are about to confront each other. The book outlines the cat and mouse game that pervaded their life long friendship. This novel is a meditation on suffering, friendship and mental anguish. Some of the themes in this novel encompass family dynamics, mental illness, the evolution and struggles of friendship, the impact of poverty, the consequences of harassment, the deprivation of sexual exploration, lack of self-love and hardships of loneliness and solitude. This book will be of most interest to readers from younger to older adults. This novel is filled with psychological suspense, lyrical descriptions and achingly emotional events. The reader will be captivated from the beginning throughout the book, because of unexpected twists and turns, and thrilling incidents. This story although fiction, is informed by some true events. Ultimately, the reader will be left guessing who was the captive shadow of Americo Prakak.

I

SUSPENSIÓN ABRUMADORA

¡Nauseabundo!

Era sin explicación la sensación que comenzaba a padecer. Me preguntaba si era debido a lo ingerido en la mañana o por la ansiedad en la que me encontraba. No sabía la respuesta a mi interrogante, pero lo único certero es que… Ahí estaba él… ¡Américo Prakak! Sin perentoriedad, sin importarle la hora, la fecha, el tiempo o la ubicación, estaba ahí como el ciprés. Américo solo observaba el espacio terrenal en que pisaba. Ese pedazo de concreto que firmemente ocupaba, resultaba ser su aliado y enemigo al mismo tiempo. Él se veía que estaba pensando sigilosamente, como si cada una de sus neuronas sincronizadamente mandara un mensaje unánime entre ellas; para dar paso a los nódulos de Ranvier que agilizaran su función y propiciaran a que un mensaje atormentador, fuera mandado más rápido de lo usual. Su cerebro parecía haberse configurado de tal manera, que en dictación ráfaga le ordenó no mirar hacia atrás para detenerse. Prakak continuó mirando a su alrededor sin lograr comprender la perturbación sináptica en la que se encontraba. Parecía que el tiempo regresaba, y que sus arrugas esculpidas en la zona interior del ojo y párpado se desvanecían sin explicación alguna. ¿Acaso era realidad lo que yo presenciaba, o quizás mi imaginación lo estaba construyendo? ¡Falacia! ¿Cuál falacia? Su cabello cedía el paso a los pocos linos platinados que estaban por reclamar su tinte original. Los estragos que los años a su paso le habían traído y cementado, con la luz de los rayos solares habían logrado recobrar su color castaño natural. La eumelalina había comenzado un juego sin final y el enigma revelaba su perfil al haber olvidado su disfraz. Todas las piezas comenzaban a tomar sus lugares, para lograr estar posicionadas y ser partícipes del espectáculo esperado que estaba por llegar.

Yo seguía observándolo. Américo danzaba con la calma mientras brindaba con la armonía. Suspendido del candil y flotando en el éter, tranquilamente respiraba. La fisiopatología de la olfacción había tomado un descanso, lo cual el incólume sentido del olfato estaba aprovechando para oliscar el aroma de plumerías que consigo él llevaba; esas que en algún tiempo llegaron a molestar e irritar a su respirar. Era extraño observar la hipersensibilidad, al parecer, se estaba dando cuenta de que no lograría obstruir su sentido del olfato nunca más. Al igual, tampoco lo detendría ese tabique desviado que tanto dolor le había traído en el pasado. Absolutamente nada lograría entorpecer el disfrute del aroma que ellas desprendían. Lentamente, él observaba sus zapatos y fue en ese momento cuando se percató de que ambos se impelían contra el suelo en forma simultánea. Era como un aviso que sus pies daban, algo que a través de las membranas les llegaba para prepararse debido a que deberían correr sin detenerse. Quizás necesitaban suscitarse para el calentamiento necesario antes de emprender la gran distancia. Algo así, como si se estuviesen preparando para la gran corrida magistral de su vida. Me preguntaba la longitud que correrían, y si estaban preparados para ello. ¿Acaso intuían que debían permanecer corriendo hasta que los meniscos de las rodillas se rindieran? Américo jamás había corrido una prueba deportiva de atletismo, pero ¿quién querría correr un maratón en esas condiciones? Solamente, un hombre al borde de la enajenación lo haría en zapatos de vestir. Pero lo más extraño era que Américo no estaba en la avenida, ni en el parque, ni mucho menos estaba de excursionismo en ningún cañón de la ciudad de los Ángeles donde pudiera ejercitarlos, sino que estaba ahí, en la estación de trenes. Y yo detrás de él observando en la quietud.

Con el paso de los segundos, Prakak continuamente miraba su reloj. Un reloj viejo Bulova que con el transcurrir de los años había perdido los marcadores de la hora; pero ello no afectaba que el tiempo fuera aún leíble. En la lontananza, el aire soplaba como si un mensaje entre las nubes se llevara. Como si el viento en torbellino quisiera bailar con la bazofia para después arrojarla con desprecio al basurero. Mientras tanto, yo, ahí recargado en el pilar, todo lo observaba. Miraba a ese hombre inmóvil, que se veía ansioso e inquieto al mismo tiempo. Ese hombre que esperaba una llegada o disfrutaba la partida. Ahí me mantenía yo, a distancia sin perder nada de vista. No quería ser descubierto, aún. Todavía no era mi tiempo de salir. Aunque estaba cansado de la espera, de tantas horas, tantos días, tantos meses e incluso años por presenciar este momento, yo me mantenía allí. Estaba seguro de que ni siquiera mi cansancio podría entorpecer el soplo de su adiós.

En los minutos siguientes, Américo Prakak caminó unos pasos hacia avante, y parado frente a la plataforma solo observaba a la lejanía, pero aún nada lograba vislumbrar. De pronto, un sonido errático se escuchó alrededor. Había sido algo inquietante para mí, porque me robó la calma y una turbación terminé por abrazar. A pesar del sobresalto acogido por los nervios, mi grito logré silenciar y enterrarlo en lo profundo de mis miedos. Yo temeroso aún, en pausas silenciosas giraba para ver lo sucedido. ¡Vaya susto! Un objeto cilíndrico había caído con el caminar de los transeúntes. Un simple contenedor de basura que había sido derribado por el viento me había traído el asombro. La calma regresó. Américo, sin inmutarse, volvió a mirar su reloj, para dar seguimiento a un gesto de preocupación que en él se reflejó. A los pocos segundos, volvió a introducir la mano en el bolsillo y comenzó a caminar hacia el frente, esperando ver algo en la brumosa lejanía.

Poco después, se escuchaba una máquina acercarse. En efecto, a lo lejos se veía venir la gran locomotora. Así fue como una gran sonrisa comenzó a dibujarse en el rostro de Américo, tal cual óleo se secaba en lienzo recientemente terminado. Con ello, también podían denotarse las ansias internas con que él esperaba esa llegada. Aun así, en Américo igual se reflejaba un retoño de desesperación y ansiedad. La mitocondria en sus células comenzaba a suministrar la energía, y su cuerpo parecía no poder esperar más. Claramente su rostro expresaba un regocijo exorbitante, lleno de emociones encontradas. Yo estaba enloqueciendo de ver tantas emociones raudas en un ser humano, en un lapso de segundos. Era una crueldad para mi tranquilidad y mi concordia. Parecía que ese tren traía consigo la más grande de las felicidades alguna vez conocida por el mundo, o solo egoístamente para él. O para mí también, porque quizás, con el marcharse mi felicidad llegaba. Los segundos que tardaba parecían ser lustros en la espera. A cada momento que pasaba, la inquietud parecía cubrir con su manto la estela grisácea que en el cielo se pintaba. A unos instantes de llegar, Américo se acomodó la ropa para cerciorarse de que se hallara presentable y galante, para el deseado y esperado encuentro con el vagón de la evasión.

Las puertas de los vagones se abrieron y él se hizo a un lado. En ese momento pensé que lo hacía para dar paso a los viajeros que debían salir, y era lógico porque siempre se había dado a conocer por su amabilidad y caballerosidad. Una cualidad que ambos compartíamos.

En los segundos siguientes, se escuchó un anuncio para informar que los viajeros tenían cuatro minutos para arribar a la plataforma y tomar asiento en los vagones correspondientes para que el tren pudiera partir a tiempo y sin demoras. Todos los pasajeros que arribaron comenzaron a salir nada presurosos, debido a que los doscientos cuarenta segundos eran idóneos, para descender del tren con la anhelada calma.

Él seguía ahí, parado frente a uno de los vagones. Rígido y altivo, como si aún tuviera la seguridad de que alguien fuese a bajar. Cuando el tren quedó vacío y sin cuerpo andante por descender, fue el momento en que yo comencé de nuevo a inquietarme. Él seguía sin moverse y con la misma gran sonrisa dibujada en su semblante. Se mantenía inmóvil. Entonces, empecé a preguntarme que pasaba. Empezaba a intuir que Américo no esperaba a que alguien llegara, sino que él esperaba que el tren partiese para tomar su asiento correspondiente y, tal vez, abandonar nuestra ciudad. Como lo había pensado antes de entrar a la estación, lo más lógico era que él transbordaría o se dirigiría a recoger sus pertenencias en algún lugar seleccionado con anterioridad. Con equipaje o sin él, a mí no me importaba, mi único deseo era que se marchara y me dejara en paz. Américo seguía ahí, y consigo las hermosas flores y una bolsa de papel café. Después, como si el tiempo se detuviera y susurrara una ocurrencia en el oído, él comenzó a sonreír. Yo seguía presenciando a un rostro embelesado de gran felicidad y de alegría; quizás era todo eso lo que él sentía al abandonar, finalmente, este lugar. La misma alegría que yo sentiría cuando por fin se erradicara de mi entorno. A continuación, se escuchó el anuncio para dar alerta de dos minutos a los pasajeros para que subieran, ya que el tren se disponía a salir en ruta.

Pensé en ir a despedirme de él para decirle adiós y mi indulto darle, porque no quería guardar en mi corazón el resentido palpitar que pudiese a mi razón y alma encarroñar, al no haber otorgado mi perdón. Por ello, silenciosamente comencé a salir del pilar en el que me...

Erscheint lt. Verlag 26.11.2020
Sprache spanisch
Themenwelt Literatur Krimi / Thriller / Horror
ISBN-10 1-0983-4487-1 / 1098344871
ISBN-13 978-1-0983-4487-0 / 9781098344870
Haben Sie eine Frage zum Produkt?
EPUBEPUB (Adobe DRM)
Größe: 645 KB

Kopierschutz: Adobe-DRM
Adobe-DRM ist ein Kopierschutz, der das eBook vor Mißbrauch schützen soll. Dabei wird das eBook bereits beim Download auf Ihre persönliche Adobe-ID autorisiert. Lesen können Sie das eBook dann nur auf den Geräten, welche ebenfalls auf Ihre Adobe-ID registriert sind.
Details zum Adobe-DRM

Dateiformat: EPUB (Electronic Publication)
EPUB ist ein offener Standard für eBooks und eignet sich besonders zur Darstellung von Belle­tristik und Sach­büchern. Der Fließ­text wird dynamisch an die Display- und Schrift­größe ange­passt. Auch für mobile Lese­geräte ist EPUB daher gut geeignet.

Systemvoraussetzungen:
PC/Mac: Mit einem PC oder Mac können Sie dieses eBook lesen. Sie benötigen eine Adobe-ID und die Software Adobe Digital Editions (kostenlos). Von der Benutzung der OverDrive Media Console raten wir Ihnen ab. Erfahrungsgemäß treten hier gehäuft Probleme mit dem Adobe DRM auf.
eReader: Dieses eBook kann mit (fast) allen eBook-Readern gelesen werden. Mit dem amazon-Kindle ist es aber nicht kompatibel.
Smartphone/Tablet: Egal ob Apple oder Android, dieses eBook können Sie lesen. Sie benötigen eine Adobe-ID sowie eine kostenlose App.
Geräteliste und zusätzliche Hinweise

Buying eBooks from abroad
For tax law reasons we can sell eBooks just within Germany and Switzerland. Regrettably we cannot fulfill eBook-orders from other countries.

Mehr entdecken
aus dem Bereich
Roman

von Anne Freytag

eBook Download (2023)
dtv (Verlag)
14,99
Band 1: Lebe den Moment

von Elenay Christine van Lind

eBook Download (2023)
Buchschmiede von Dataform Media GmbH (Verlag)
9,49
Ein Provinzkrimi | Endlich ist er wieder da: der Eberhofer Franz mit …

von Rita Falk

eBook Download (2023)
dtv (Verlag)
14,99