Breviario del Nuevo Mundo (eBook)

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2010 | 1. Auflage
164 Seiten
Linkgua (Verlag)
978-84-9007-475-6 (ISBN)

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Breviario del Nuevo Mundo -  Alejandro de Humboldt
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Breviario del Nuevo Mundo es una antología de Alejandro de Humboldt. En ella recogemos los textos que escribió durante su viaje, acompañado del naturalista francés Aimé Jacques Alexandre Bonpland, entre 1799 y 1804. A pesar de ser el primer geógrafo e historiador de la América española, el barón alemán no tenía entre sus objetivos recorrer la América equinoccial. Tampoco planeó visitar el virreinato de la Nueva Granada que, sin embargo, lo deslumbró. El propósito de visitar Latinoamérica y la escritura de este Breviario del Nuevo Mundo, surge cuando fracasa su idea de explorar el continente africano. En 1799 se dirige a España con el fin de solicitar los permisos necesarios para llegar a América. Durante todo el viaje por el Nuevo Continente, Bonpland y Humboldt recolectaron numerosas plantas y estudiaron más de un millar de especies. Humboldt también se interesó en la distribución geográfica y altitudinal de las plantas. Levantó perfiles de mapas sobre la distribución de diversas asociaciones vegetales y recogió estos datos en este Breviario del Nuevo Mundo. En sus viajes descubrió el principio ecológico de la relación entre la latitud y la altitud. Humboldt descubrió que subir una montaña en el trópico es análogo a viajar desde el Ecuador hacia el norte o hacia el sur. Siendo demostrable, en términos de clima y vegetación.

Alejandro de Humboldt nació en Berlín, 14 de septiembre de 1769 y falleció en la misma ciudad el 6 de mayo de 1859. Naturalista, geólogo, mineralogista, astrónomo, explorador, sismólogo, vulcanista, demógrafo. Apasionado por la botánica, la geología y la mineralogía, tras estudiar en la Escuela de Minas de Freiberg y trabajar en un departamento minero del gobierno prusiano, en 1799 recibió permiso para embarcarse rumbo a las colonias españolas de América del Sur y Centroamérica. Entre 1804 y 1827 se estableció en París, donde se dedicó a la recopilación, ordenación y publicación del material recogido en su expedición, contenido en treinta volúmenes que llevan por título Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente. Humboldt está considerado como uno de los últimos grandes ilustrados, con una vasta cultura enciclopédica, cuya obra abarcaba campos tan dispares como los de las ciencias naturales, la geografía, la geología y la física. Bolívar solía decir de Humboldt: 'Descubridor científico del Nuevo Mundo cuyo estudio ha dado a América algo mejor que todos los Conquistadores juntos'.

Alejandro de Humboldt nació en Berlín, 14 de septiembre de 1769 y falleció en la misma ciudad el 6 de mayo de 1859. Naturalista, geólogo, mineralogista, astrónomo, explorador, sismólogo, vulcanista, demógrafo. Apasionado por la botánica, la geología y la mineralogía, tras estudiar en la Escuela de Minas de Freiberg y trabajar en un departamento minero del gobierno prusiano, en 1799 recibió permiso para embarcarse rumbo a las colonias españolas de América del Sur y Centroamérica. Entre 1804 y 1827 se estableció en París, donde se dedicó a la recopilación, ordenación y publicación del material recogido en su expedición, contenido en treinta volúmenes que llevan por título Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente. Humboldt está considerado como uno de los últimos grandes ilustrados, con una vasta cultura enciclopédica, cuya obra abarcaba campos tan dispares como los de las ciencias naturales, la geografía, la geología y la física. Bolívar solía decir de Humboldt: "Descubridor científico del Nuevo Mundo cuyo estudio ha dado a América algo mejor que todos los Conquistadores juntos".

GRAN CORRIENTE DE ROTACIÓN O GULF-STREAM


En la parte septentrional del Océano Atlántico, entre Europa, el norte de África y el nuevo Continente, las aguas son arrastradas por una corriente que vuelve sobre sí misma. Bajo los trópicos, este torbellino general, que podría llamarse, en razón de la causa que lo determina, corriente de rotación, se dirige, como es sabido, de este a oeste, en igual sentido que los vientos alisios. Apresura la marcha de los buques que hacen vela de las Islas Canarias a la América meridional, y casi imposibilita la vuelta en línea recta de Cartagena de Indias a Cumaná. La fuerza de esta corriente occidental, atribuida a la influencia de los vientos alisios, se aumenta en el mar de las Antillas por la agitación mucho mayor de las aguas, agitación cuya causa remota, descubierta en 1560 por sir Humphrey Gilbert, ha sido desenvuelta luego, con más precisión, por Renell en 1832. Entre Madagascar y la costa oriental de África, marcha, de norte a sur, la corriente de Mozambique que se estrella contra las playas de Madagascar, en el banco de las Agujas o más al norte aún, para dar vuelta a la punta meridional de África, sube con violencia a lo largo de las costas occidentales de este continente hasta un poco más allá del Ecuador, hacia la isla de San Tomás, comunica a parte de las aguas del Océano Atlántico austral un impulso hacia el noroeste, y las envía finalmente a chocar contra el cabo de San Agustín, y costear las playas de la Guayana, hasta las bocas del Orinoco, la Boca del Drago y la costa de Paria. El nuevo continente, desde el istmo de Panamá, hasta la parte septentrional de México, opone un dique que detiene este movimiento del mar y fuerza a la corriente a dirigirse hacia el norte partiendo de Veragua, y a seguir las sinuosidades de las costas de Costa Rica, Mosquitos, Campeche y Tabasco. Las aguas que entran en el golfo de México por el paso que queda libre entre el cabo Catoche de Yucatán y el cabo San Antonio de Cuba, vuelven al Océano Atlántico por el canal de Bahamas, después de haber cumplido un gran movimiento de rotación entre Veracruz, Tamiagua, la embocadura del Río Bravo del Norte y la del Mississippi Estas aguas al reunirse al océano hacia el norte, forman lo que llaman los navegantes el Gulf-Stream, esto es, un río veloz de aguas calientes que se apartan más cada vez, siguiendo una línea diagonal, de las costas de la América del norte. Los buques que, desde los puertos de Europa, navegan hacia estos parajes y no están seguros de la longitud a que se encuentran, pueden orientarse, tan presto como tocan al Gulf-Stream, con solo sencillas observaciones de latitud, gracias a la oblicuidad de esta corriente, cuya situación ha sido por primera vez determinada exactamente por Franklin, Williams y Pownall.

A partir del paralelo 41, el río de agua caliente, que gana siempre en anchura a medida que pierde su velocidad, se desvía súbitamente hacia el este, y va a tocar casi el límite meridional del gran banco de Terranova. He observado que en este sitio la temperatura de sus aguas contrasta más que en ninguna otra parte, con las inmediatas, enfriadas por el contacto de las arenas. Antes de llegar a las más occidentales de las Azores, el Gulf-Stream se divide en dos brazos, uno de los cuales, al menos en ciertas estaciones del año, se dirige hacia Islandia y Noruega, el otro hacia las Canarias y las costas occidentales del África del norte. Este movimiento del Atlántico, que con más pormenor he descrito en mi Viaje a las regiones equinocciales, explica cómo, a despecho de los vientos alisios, son acarreados troncos de árboles dicotiledóneos desde la América del sur y las Indias orientales, hasta las costas de las Islas Canarias. He hecho en las inmediaciones del banco de Terranova, un gran número de experiencias acerca de la temperatura del Gulf-Stream. Trae esta corriente, con gran rapidez, las aguas calientes de las latitudes bajas a las regiones más próximas al norte; de lo que resulta que la temperatura es en 2 o 3 grados Reaumur más elevada que la de las aguas inmóviles que la rodean y que forman en cierto modo las playas de esta corriente pelágica de agua tibia.

El pez-volador de la zona equinoccial (Exocetus rolitans) se adelanta hacia el norte y penetra hasta gran distancia en la zona templada, siguiendo la corriente del río donde le retiene el calor de las aguas. El Fucus natans que se acumula en la superficie del Gulf-Stream, particularmente en el golfo de México, hace fácil de reconocer al navegante la entrada de la corriente, y aun la disposición misma de los ramos indica la dirección del río. El palo-mayor del navío de guerra inglés, el Tilbury, incendiado durante la guerra de los siete años en la costa de Santo Domingo, fue a parar, llevado por la corriente de agua caliente, a las playas de la Escocia septentrional. Toneles llenos de aceite de palma, restos del cargamento de un buque inglés que había naufragado en un escollo, cerca del cabo López en África, llegaron igualmente hasta las costas de Escocia. Estos restos habían atravesado, por consiguiente, dos veces todo el Océano Atlántico, de este a oeste, entre 2 y 12 grados de latitud, siguiendo la corriente equinoccial; la segunda vez de este a oeste, entre 45 y 55 grados llevados por el Gulf-Stream. Cuenta Rennell el viaje de una botella flotante, arrojada con una inscripción desde el buque inglés Newcastle, el 20 de enero de 1819, a los 38° 52’ de latitud, y 66° 20’ de longitud, que fue hallada solo el 2 de junio de 1820, en la costa noroeste de Irlanda, cerca de la isla de Arran. Poco antes de mi llegada a Tenerife, había arrojado el mar en la rada de Santa Cruz, un tronco de cedro de la América meridional (Cedrela odorata), todavía totalmente cubierto por su corteza, a que habían quedado adheridos gran cantidad de líquenes.

El Gulf-Stream, arrojando a las islas de Fayal, de Florez y de Corvo (que pertenecen al grupo de las Azores) tallos de bambúes, trozos de madera artísticamente trabajados, troncos de una especie de pino propia de México y las Antillas, y que no era conocida aún, y cadáveres humanos de una raza particular, notable por la anchura de la cara, ha contribuido, como se sabe, al descubrimiento de la América. Estos hallazgos fortificaron las conjeturas de Colón sobre la existencia de islas y regiones acuáticas situadas hacia el oeste, a distancia que no debía ser considerable. Aprendió Colón de labios de algunos extranjeros establecidos en las Azores, en el cabo Berga, que se habían encontrado navegando al oeste, barcas cubiertas, tripuladas por hombres de aspecto raro, y hechas de tal modo que nunca podrían hundirse. Que naturales de América, esquimales, probablemente de Groenlandia o del Labrador, arrastrados hacia el sudeste por corrientes y tempestades, hayan pasado realmente a nuestro continente, lo comprueban los más convincentes testimonios, aunque el hecho fuese por largo tiempo puesto en duda. Wallace refiere que en 1682, se vio a un groenlandés en su canoa, por gran número de personas en la punta meridional de la isla de Eda. No pudo conseguirse el apoderarse de él. En 1684, un pescador groenlandés apareció también cerca de la isla de Westram. Veíase colgada en la iglesia de Burra, una canoa que había pertenecido a esquimales y que las corrientes o la tempestad habían arrojado a la playa. Los habitantes de las Oreadas, designan a los groenlandeses que se muestran en estos parajes con el nombre de Finneses (Finn men).

Hallo mencionado en la historia de Venecia, por el cardenal Bembo, el hecho de que en 1508 un buque francés capturó en las costas de Inglaterra una pequeña canoa tripulada por siete hombres de extraño aspecto. La descripción responde por completo a la conformación de los esquimales. Nadie pudo comprender su lengua. Sus vestidos estaban sujetos con espinas de peces; llevaban en la cabeza «una corona de paja, rodeada como de siete orejitas». Comían carne cruda y bebían sangre humana como nosotros bebemos vino. Seis de estos hombres murieron en el viaje; el séptimo, que era joven, fue presentado al rey de Francia (Luis XII) que estaba entonces en Orléans.

La aparición de supuestos indios en las costas orientales de Alemania, en tiempo de los Otones y de Federico Barbarroja, en los siglos X y XII, y aún en época mucho más remota, cuando Quintus Metellus Celer era el procónsul de las Galias, como lo atestigua Cornelius Nepote en sus fragmentos, se explica del mismo modo por los efectos de las corrientes marinas y la persistencia de los viento del noroeste. Un rey de los Boianos, de los Suevos dicen otros, hizo a Metellus Celer, el presente de hombres de color oscuro que habían sido arrojados a la playa. Ya Gómara es de parecer que los indios del rey de los Boianos eran indígenas del Labrador. Los esquimales han podido aparecer en las costas septentrionales de Europa, con frecuencia tanto mayor, cuanto que su raza formaba en los siglos XI y XII, como sabemos por las investigaciones de Rask y de Finn Magnusen, una población extraordinariamente numerosa que, bajo el nombre de Skrelingos, se extendía desde el Labrador, hasta el Winland, el país del buen vino, es decir, hasta las costas de Massachusetts y de Connecticut.

Del propio modo que la temperatura se suaviza durante el invierno en el extremo septentrional de la Escandinavia por el Gulf-Stream, que acarrea hasta más allá del paralelo 62, frutos de la América tropical, tales como los del cocotero, la Mimosa scandens y el Anacardium occidental, la Islandia goza también de tiempo en tiempo de los benéficos efectos que produce esta vasta corriente de agua tibia, al esparcirse a lo lejos en las latitudes septentrionales. Reciben las...

Erscheint lt. Verlag 31.8.2010
Reihe/Serie Historia
Mitarbeit Cover Design: Eduard Hildebrant
Übersetzer Marta Traba
Verlagsort Barcelona
Sprache spanisch
Themenwelt Literatur Biografien / Erfahrungsberichte
Sachbuch/Ratgeber Freizeit / Hobby Sammeln / Sammlerkataloge
Sachbuch/Ratgeber Geschichte / Politik Allgemeines / Lexika
Sachbuch/Ratgeber Gesundheit / Leben / Psychologie Esoterik / Spiritualität
Geisteswissenschaften Geschichte Regional- / Ländergeschichte
Schlagworte Alemania • Historia • Latinoamérica • linkgua • México • nueva granada • Siglo XIX
ISBN-10 84-9007-475-5 / 8490074755
ISBN-13 978-84-9007-475-6 / 9788490074756
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