Legio VIIII Hispana (eBook)

La verdadera historia jamas contada de la Legion IX Hispana
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2017 | 1. Auflage
174 Seiten
Editorial Bubok Publishing (Verlag)
978-84-686-7687-6 (ISBN)

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Legio VIIII Hispana -  Pablo Martin Tharrats
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Existen historias que la Historia tiene escondidas. Misterios que nadie conoce, ya que han caído en el olvido de los tiempos. En Legio VIIII Hispana desvelaré una parte de la Historia olvidada por la humanidad, concretamente un secreto custodiado durante siglos por el Grupo VIIII. En Legio VIIII Hispana podrás conocer la respuesta a preguntas como estas: ¿por qué los romanos construyeron en Britania el muro de Adriano?, ¿es cierta la leyenda que cuenta que la Legio VIIII Hispana desapareció misteriosamente tras ser atacada por muertos?, ¿por qué no nos cuentan toda la verdad?

No soy escritor ni pretendo serlo. Tan solo he recogido un texto que un antepasado mío escribió hace algo así como veinte siglos y lo he traducido del latín lo mejor que he podido. Además, no pretendo que nadie se crea esta historia. Yo lo he hecho para pasármelo bien y con la esperanza de que cualquiera que la lea la disfrute tanto como yo. Si creéis en la existencia de spectrum, muertos vivientes, caminantes o como los queráis llamar, sin duda este libro puede ser de vuestro interés. Para lo que no creéis, tan solo aconsejaros que lo leáis y si después de hacerlo seguís sin creer, os recomiendo que lo guardéis pues, ¡nunca se sabe! Y recordad la máxima del Grupo VIIII: ubi minime exspectes, cuya traducción más o menos acertada podría ser 'cuando menos lo esperes'.
Existen historias que la Historia tiene escondidas. Misterios que nadie conoce, ya que han caído en el olvido de los tiempos. En Legio VIIII Hispana desvelaré una parte de la Historia olvidada por la humanidad, concretamente un secreto custodiado durante siglos por el Grupo VIIII.En Legio VIIII Hispana podrás conocer la respuesta a preguntas como estas: ¿por qué los romanos construyeron en Britania el muro de Adriano?, ¿es cierta la leyenda que cuenta que la Legio VIIII Hispana desapareció misteriosamente tras ser atacada por muertos?, ¿por qué no nos cuentan toda la verdad?

No soy escritor ni pretendo serlo. Tan solo he recogido un texto que un antepasado mío escribió hace algo así como veinte siglos y lo he traducido del latín lo mejor que he podido. Además, no pretendo que nadie se crea esta historia. Yo lo he hecho para pasármelo bien y con la esperanza de que cualquiera que la lea la disfrute tanto como yo. Si creéis en la existencia de spectrum, muertos vivientes, caminantes o como los queráis llamar, sin duda este libro puede ser de vuestro interés. Para lo que no creéis, tan solo aconsejaros que lo leáis y si después de hacerlo seguís sin creer, os recomiendo que lo guardéis pues, ¡nunca se sabe! Y recordad la máxima del Grupo VIIII: ubi minime exspectes, cuya traducción más o menos acertada podría ser "cuando menos lo esperes".

Capítulo I. De cómo me alisté, del alistamiento y la instrucción

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Me llamo Marcus Marcius Marci f. Murena n., tribu vacceos Marcellus Pius, domo Oceloduri. Todos me conocen como Marcus Marcius Marcellus. Aunque mis amigos de Hispania me llamaban Marcus, en la legión mis compañeros me llamaban Marcellus, y al final de mis días soy conocido por todos como Marcellus. Nací en una aldea cerca de la ciudad de Ocalam y mi familia pertenecía a la tribu Vacceos, aliada de Roma. Mi padre se llamaba Marci, y mi abuelo Murena.

 

Por lo que he podido investigar, la ciudad o poblado de Ocalam u Oceloduri, denominada Ocellum duri o Octoduron, fue un poblado vacceo y corresponde a la actual ciudad de Zamora. Asimismo, la aldea donde nació mi antepasado es la actual localidad de Carbajales de Alba (Zamora).

 

Fuente: «Zamora», en http://es.wikipedia.org/wiki/Zamora

 

Este es mi testamento y mi historia, escrita por mi puño y letra a mis ochenta y tantos años, testamento el cual no es más que un cúmulo de recuerdos agolpados en mi cabeza que después de tanto tiempo han decidido salir.

No sé cómo se hace esto de escribir la vida vivida por uno, así que empezaré por el principio. Los que tengan a bien leer mi escrito tal vez no entenderán algunos pasajes o datos, por ello os aconsejo que busquéis lo que no entendáis, ya sea preguntándolo a un sabio o a un anciano en vuestra aldea, o bien, aquellos que sepáis leer y escribir, leyendo otros escritos y otros pergaminos.

Si escribo estas líneas es con la esperanza de que las generaciones venideras de mi familia no solo me conozcan a mí, sino sobre todo que estén informadas de lo que les voy a narrar, que por increíble e inaudito que pueda parecer, es lo que sucedió, y si lo cuento, es porque yo lo viví y sufrí en persona.

Como he dicho, nací en un pequeño pueblo de Hispania. Mi padre era el jefe de nuestra aldea y se había casado con mi madre, una ciudadana romana, por lo que yo, sin quererlo ni buscarlo, solo por nacer obtuve la ciudadanía romana.

Mi infancia fue algo diferente a la del resto de niños de mi aldea, ya fuera porque mi padre era el jefe, o porque mi madre era una patricia romana, esto es, mi madre pertenecía a una familia importante de Roma, concretamente a una de las familias fundadoras. Tal vez por esto yo recibí una educación muy diferente a la del resto de los niños de mi aldea. No es que no jugara con ellos, es que mi padre me enseñó o hizo que me enseñasen varios oficios como la herrería, la cría de caballos, el comercio, y mi madre cada día se dedicaba a enseñarme a leer y a escribir latín, griego, así como matemáticas, astrología, física, medicina y un sinfín de cosas que no comprendía para qué me podrían servir.

A la edad de dieciocho años tuve que dejar mi casa y alistarme en las legiones, y no precisamente por mi gusto ni mi voluntad, y ni mucho menos con el beneplácito de mi madre, el problema es que mi padre, como jefe de su aldea, se vio obligado a que uno de sus hijos se alistase para de esta forma demostrar al gobernador la buena voluntad de nuestro pueblo hacia Roma.

Conjuntamente con otros tantos jóvenes de mi aldea, una mañana partimos en dirección al campamento romano y después de una instrucción de varios meses fuimos trasladados a la I Cohorte de la Legio IX Hispana, que por aquel entonces estaba en Hispania, acuartelada cerca de mi aldea, aunque al poco tiempo partimos para Britania.

 

La Legio IX Hispana (Novena Legión Hispana), también Legio IX Hispana Macedonia Victrix, fue una legión romana creada a mediados del siglo I a. de C. —junto con la VI, la VII y VIII— por Pompeyo.

César la dirigió por vez primera como gobernador de la Hispania Ulterior en el 61 a. de C. Se la llevó a la Galia alrededor del año 58 a. de C., donde estuvo presente durante toda la guerra de las Galias.

 

Fuente: «Legio IX Hispana», en http://es.wikipedia.org/wiki/Legio_IX_Hispana

 

Cuando me incorporé a la Legio IX Hispana esta se componía de unos cinco mil legionarios, esencialmente tropas de infantería y unos ciento veinte equites o caballería. Agrupados en diez cohortes, de tres manípulos o seis centurias cada una, a excepción de la I Cohorte, que es a la que fui destinado, y que tenía más de cinco centurias. Cada legión contaba con 59 centuriones, además de cinco tribunos y un legado.

Asimismo tenía un número significativo de unidades auxiliares, unidades de menor importancia cuya función era la de asistir a las unidades principales de la legión. Cada uno de estos cuerpos auxiliares contaba con entre quinientos al millar de hombres, y en el caso de la Legio IX Hispana, tenía adscritos varios de estos cuerpos, cuyo número de hombres fue disminuyendo conforme nos íbamos enfrentando en cada batalla a más y más enemigos. La principal diferencia entre un legionario y un soldado auxiliar era que solo los ciudadanos romanos podíamos ser legionarios, y el resto de habitantes del Imperio romano podían alistarse exclusivamente como tropas auxiliares.

 

Las tropas auxiliares eran consideradas por Roma como unidades de menor categoría, en gran medida debido a que no estaban formadas por ciudadanos romanos, sino por personas que provenían de los territorios conquistados por Roma. Su coste era muy inferior, ya que cobraban mucho menos que un legionario. Servían de apoyo a las legiones, aunque en ocasiones fueron solas a la batalla.

 

Dado que de joven había aprendido varios oficios, y sobre todo dado que mi padre era una persona adinerada e influyente y que mi madre provenía de una familia muy importante de Roma, después del período de instrucción fui nombrado centurión. En la época que yo viví, un centurión estaba unos tres años en una guarnición y después era trasladado a otra guarnición, así hasta cumplir al menos entre veinte y treinta años de servicio, período tras el cual Roma recompensaba a los legionarios con tierras o bien con una casa en una ciudad de veteranos. Sin embargo, mi vida militar la pasé entera en la Legio IX Hispana.

Después de superar una serie de requisitos, como el hecho de ser ciudadano romano y el de no estar casado, estuve varios meses realizando un entrenamiento militar el cual recuerdo que fue terrible. Fueron cuatro los meses que duró, y hacíamos marchas de veinte millas diarias, además hacíamos instrucción dos veces al día.

Muy pronto comenzamos a utilizar armas. Aunque al principio eran escudos y espadas de madera, no tardamos en entrenarnos con espadas de metal, con el consiguiente riesgo que ello comportaba, por lo que al comienzo muchos de mis compañeros resultaron heridos por cortes de espada. En cuanto me fue posible comencé a entrenarme con mi gladius hispaniensis, espada que me había traído de Hispania. Era una espada corta de doble filo y punta muy pronunciada, esta espada me ha acompañado a lo largo de toda mi vida y he luchado con ella en un sinfín de batallas. Cuando hice el sacramentum fui enviado a Britania.

 

El sacramentum era el juramento militar con el que los legionarios declaraban que cumplirían con sus obligaciones como legionarios, so pena de ser castigados en caso de no hacerlo, asumiendo que podían llegar a ser ejecutados en caso de no cumplirlo.

 

Una vez destinado en Britania, amenizaba mi vida de cuartel con las partidas de dados y las salidas a tomar hidromiel, cerveza y vino avinagrado a las tabernas que había cerca del campamento. El sueldo de centurión era aceptable, ya que recuerdo que percibía al año una paga próxima a los dos mil quinientos denarios, además de algunos extras. Un legionario cobraba unos doscientos veinticinco denarios al año y un primus pilum iterus cobraba hasta 75.000 denarios al año, sin duda una gran diferencia. En mi caso, como siempre tenía algún denario para gastar, además de algún que otro spintriae que había ganado a los dados, intentaba hacer más llevadera mi vida como legionario, aunque claro, hay que entender que era joven.

 

Mi antepasado menciona en varios párrafos la palabra spintriae. Después de buscar en varios libros y en Wikipedia he encontrado la siguiente aclaración de spintria (cuyo plural es spintriae).

Spintria era una ficha romana en forma de moneda. En una cara contaba con un número romano que iba del I al XVI, dichos números se cree que representaban el precio del servicio, por lo que el precio más elevado era de 16 ases. En el anverso figuraban un hombre y una mujer haciendo una determinada postura sexual.

No se trataba de monedas oficiales, ya que no eran acuñadas por el estado. Su material era el bronce o el latón. Estas monedas o fichas se utilizaban en los lupanares y servían para pagar los servicios de las meretrices, y de esta forma el cliente se aseguraba que recibía los favores que deseaba comprar, ya que las meretrices, muchas de ellas extranjeras y que no hablaban el latín, le daban aquello que observaban en la spintria.

Dada su escasez, un coleccionista llegó a pagar hasta 260.000 francos suizos por una spintria con el número I.

...

Erscheint lt. Verlag 10.11.2017
Verlagsort Madrid
Sprache spanisch
Themenwelt Literatur Historische Romane
Literatur Krimi / Thriller / Horror Historische Kriminalromane
Geschichte Allgemeine Geschichte Altertum / Antike
Schlagworte Legiones romanas • Legión IX Hispana • Legio VIII Hispania • Legio VIIII Hispana • Roma • verdadera historia
ISBN-10 84-686-7687-X / 846867687X
ISBN-13 978-84-686-7687-6 / 9788468676876
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