Curso nuevo, vida nueva (A1-A2) (eBook)

Palma de Mallorca. Septiembre. Siete de la tarde.

Eduardo está en el coche con su madre, Christine, y su padre, Joan. Los padres no están muy alegres porque su hijo Eduardo se va a vivir a Barcelona. Va a estudiar en la “Escola Técnica Superior” de Arquitectura, en la UPC. La facultad es muy buena y prestigiosa y a Eduardo le gusta el programa de estudios que tiene. Y también le gusta la idea de vivir solo en una ciudad grande.

“Mi pequeño solo en Barcelona. ¡Solo!”, piensa la madre.

Los hermanos de Eduardo, Marc y Catherina, también van a despedir a Eduardo en el puerto de Palma. Van en el coche de Marc. El barco sale a las 21h. Tienen tiempo todavía.

Eduardo, desde el coche, mira el barrio del puerto, la catedral de Palma, los barcos y el mar, siempre el mar, y la luz de Mallorca. Piensa en su vida. En su vida hasta ahora, hasta hoy, hasta ese barco. Piensa en Sóller, su pueblo, un pequeño pueblo en el noroeste de Mallorca. Piensa en las excursiones por la Sierra de Tramontana con sus amigos. Piensa en el mar y en la playa. Y en el pequeño tren de Sóller a Palma.

“Y mañana, Barcelona. Todo nuevo, todo desconocido… Pero, bueno, Barcelona es una ciudad interesante para el tiempo libre: para ir al cine, para ir al teatro, para la música… ¡Y para el fútbol! Sí, el Barça es fantástico. Voy a ver todos los partidos del Barça en el Camp Nou... Bueno, bueno, y también tengo que estudiar... Sí, estudiar. Porque yo a Barcelona voy básicamente a estudiar”, piensa Eduardo.

– ¿Qué piensas, Eduardo? – le pregunta su madre.

– En Barcelona.

– ¿Estás preocupado?

– No. Bueno, no mucho. Sólo un poco nervioso.

– Es normal, cariño. Pero como tú eres una persona alegre, muy sociable y muy inteligente, seguro que va a ser una experiencia muy interesante... Todo irá bien.

Hay un “stop” y el coche se para delante de un barco muy, muy grande. Se llama “Ciudad de Palma”. Eduardo y sus padres bajan del coche. Y también sus hermanos.

– Eh, tío, éste es tu barco. ¡Qué bien! Por fin te vas... ¡Libre! – le dice su hermano a Eduardo.

– Je, je. Muy simpático...

– Pues yo estoy muy triste – dice Catherina –. No me gusta vivir sola.

– ¿Sola? – dice su madre –. Pero si está Marc...

– Sí, pero Marc no juega conmigo a la Nintendo, ni nada conmigo en el mar ni hace excursiones en bici...

– Oye, Catherina – le dice Eduardo a su hermana –, que yo vuelvo pronto. En el puente del Pilar ya estoy aquí.

– ¡Uf!

– Eh, ¿me ayudáis con estas maletas, por favor? – les dice el padre –. ¡Cuántas maletas, dios mío!

– Me voy para nueve meses, papá. Para todo el curso...

– ¿Nos hacemos una foto de familia y vamos al barco? – dice la madre.

Un turista les hace dos o tres fotos. Entonces llega un grupo de amigos de Eduardo:

– Eh, venimos a despedirte, tío. Buena suerte – le dicen unos amigos.

– Y vuelve pronto – le dicen otros. Se besan y se abrazan.

Toda la familia sube al barco. Eduardo se despide de sus padres y de sus hermanos.

– Adiós, hijito, cuídate mucho. Auf Wiedersehen! – le dice su madre, que es de Berlín y muchas veces habla alemán con sus hijos.

– Adiós, tío – le dice su hermano.

– Adiós, hermanito, piensa en mí y llama por Skype, porfi – le dice Catherina.

– Bueno, hijo, buen viaje y buena suerte – le dice su padre y le da un abrazo.

– ¿Llevas el móvil? ¿Lo llevas todo? ¿Seguro? – le pregunta su madre.

– Sí, mamaaaaá. Adiós, adiós a todos. Hasta pronto. Mach dir keine Sorgen!

Su familia baja del barco y Eduardo les dice adiós a todos, a su familia y a sus amigos. Eduardo no ve a una chica rubia, que también está en el barco y lo mira a él.

El barco se aleja hacia Barcelona. Eduardo lo mira todo: a sus padres, a sus hermanos, a sus amigos, los coches de su familia, las casas, la catedral, los barcos... Todo es más y más pequeño. Sólo el mar es grande, más y más grande. Y Barcelona a unos 200 kilómetros.

En el barco Eduardo piensa en su carrera de Arquitectura. Desde pequeño le gusta esa carrera y le gusta la profesión: diseñar edificios, casas, universidades, hospitales, teatros... En el primer semestre tiene que estudiar mucho, muchísimo, porque tiene Mates y Física. ¡Uf!

Al día siguiente llega a Barcelona. Desde el barco mira la ciudad y piensa que, como el mar, también es muy grande y él muy, muy pequeño. Pero se siente optimista y alegre. Va en taxi a un hotel que está en un barrio cerca del centro de la ciudad.

– Hola, buenos días. Tengo una reserva.

– ¿Su nombre, por favor?

– Eduardo Barceló Müller.

– ¿Puede deletrear su segundo apellido?

– Eme, u con diéresis, elle, e, ere.

– Habitación 113.

“¡Trece! Espero no tener mala suerte...”, piensa Eduardo.

tarde: Nachmittag
coche: Auto
hijo: Sohn
solo/a: allein
pequeño/a: hier: Kleiner
piensa: (sie) denkt
despedir: sich verabschieden
puerto: Hafen
barco: Schiff
desde: von
mar: Meer
luz: Licht
vida: Leben
hoy: heute
pueblo: Dorf
tren: Zug
desconocido/a: unbekannt
Barça: der FC Barcelona
partido: Fussballspiel
Camp Nou: Barcelonas Fussballstadion
tengo que: (ich) muss
porque: weil
básicamente: grundsätzlich
preocupado/a:...